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Frases apuntadas en la portada de un folleto.

Estuve en Madrid hace un par de meses y visité una estupenda exposición en el Reina Sofía. Estaba comisariada por el artista Juan Luis Moraza y el título de la exposición rezaba así: “el retorno de lo imaginario. Realismos entre el XIX y el XXI.”.

La exposición consistía en un “collage” realizado con obras del fondo del museo con las que se pretendía, y a mi juicio se conseguía, hacer reflexionar al espectador sobre algunas cuestiones. Tales como, lo psicoperceptivo, lo simbólico, lo representacional etc. , No quiero cansarles con la descripción de la misma. Si quieren saber más “punchen” aquí.

 

Hoy intentando ordenar mi mesa de trabajo he encontrado el folleto de esta exposición. No sé porqué apunte algunas citas en el folleto de las muchas rotuladas en las paredes. Hoy me apetece compartirlas con ustedes:

 

Va la primera:

 

“...lo que tortura mis pensamientos no es una necesidad de novedades, sino una necesidad de Verdad, y la necesidad es enorme”

Victor Hugo 1881.

 

Absolutamente de acuerdo con Don Victor.  A mí me ocurre lo mismo y más cuantos más años tengo.

 

La segunda:

 

“No es verdad porque nos parezca evidente, sino porque admitimos la evidencia como prueba de verdad”

Witgenstein 1933

 

Por lo que se deduce que la verdad es, antes que nada, una cuestión de fe en nuestros torpes  y limitados sentidos.

 

La tercera:

 

“La realidad sigue interesando, pero no se cree ya poder hallarla en los claroscuros de la epidermis. La realidad no está allí y en el empeño de buscarla es dónde se sacrifica la apariencia.”

Xavier Rubert de Ventós 1978.

 

Esta cita es la que menos me interesa y es fruto de la época. Barcelona 1978. Cómo se puede afirmar como novedoso que la “realidad siga interesando” y que es antiguo buscarla en los “claroscuros de la epidermis” para afirmar, después, que “la realidad no está allí”.  ¡Cómo si él supiera dónde está¡. ¿La realidad es lo que vemos o lo que sabemos?.

Prefiero la frase de Goethe:

 

“Hemos aprendido que hasta los ojos precisan de la imaginación para ver”

 

En fin. Estas y otras cuestiones entretenían mucho a los artistas de aquél entonces.

No obstante, me parede que ahora ya no tienen mucho sentido y estos asuntos ya no están muy de moda.

 

 

Goya lo presenció.

Goya lo presenció.

Veo en el Facebook de Ángel Aransay, inefable agitador cultural zaragozano y además pintor, esta aguada de Goya que no conocía.

Es sensacional. Por si no leen lo escrito por el genio en la parte de arriba de su obra se lo transcribo a continuación.

"Este caso sucedió en Aragón siéndo yo muchacho y el religioso quedó muy maltratado del caballo y la borrica"

Sin comentarios.

Texto de Ismael Grasa.

Ismael es uno de los tipos que más aprecio. Lo aprecio, no porque me caiga simpático, que también, sino porque es un tipo muy apreciable por su inteligencia y su talento como escritor.

Escribió este texto sobre mí hace unos años para una exposición. Hoy lo he releido, me ha gustado, y he creido que debería colgarlo en el blog.

Helo aquí:

 

 

              He estado con Pepe Cerdá en unas cuantas ciudades: Zaragoza, París, Madrid, Burdeos, Poitiers, Edimburgo... En todas, salvo Edimburgo, hemos ido en coche. Buena parte del tiempo que he pasado en mi vida con Pepe Cerdá ha sido dentro de un coche. En los paisajes que pinta Cerdá aparecen a veces coches y gasolineras. Los paisajes nocturnos de ciudad, la perspectiva de la urbe iluminada en medio de la naturaleza oscura, suele ser una vista de coche. Y a veces una vista con connotaciones sexuales, porque es la vista de las parejas que se apartan para pasar un rato en el mullido de los asientos. Todas las ciudades, de noche, son un poco la Torre Eiffel iluminada. Son la afirmación de la vida frente a todos los toques de queda del mundo. 

            Conocí a Pepe Cerdá en una fiesta, lo que no es casual en una persona como él. Pepe es un pintor clásico en el sentido de ser un pintor de mucha vida social, de tener una curiosidad incansable por las personas. Era una fiesta en Zaragoza, en casa de María José Bruned. Pepe estaba con su compañera, Ana Bendicho. En un momento de la noche, ya tarde, Pepe me ofreció su coche para volver a casa. Los tres teníamos en común que llevábamos poco tiempo reinstalándonos en Zaragoza. Pepe tenía entonces un coche del cual ya se ha desprendido, un Senator de segunda mano. Los asientos del vehículo era grandes y cómodos, aquello olía a escape de gasolina y a cuero. Realmente yo no estaba muy lejos de mi casa, pero Pepe entendía que debía llevarme en coche. Me puse cómodo en la parte de atrás, estuvimos comentando la fiesta y recuerdo que me fijé en que había manchas en el cuero y un desorden de objetos que me resultaba confortable. Era un coche de pintor, de alguien que está en contacto con las cosas. Aquella noche ese interior me pareció lujoso, pensé en otras formas de vida distintas de las que yo llevaba. A la vez había en ese desorden algo elemental que me resultaba atractivo. Cuando miro los paisajes nocturnos de Pepe me sigue viniendo a la cabeza aquella noche en el Senator.

 

            En cierto modo, Pepe está a medio camino de la ciudad y de otra parte. Sí, se le ve en las fiestas, en las inauguraciones; muchos de sus días consisten en salir de casa por la mañana y enlazar encuentros con amigos y conocidos con el aperitivo y luego la comida y la sobremesa, y con las copas de media tarde y poco después la cena en algún restaurante, para continuar luego durante la noche. En esas ocasiones, cuando me encuentro con él y le ofrezco un gin-tonic, utiliza una de sus frases: “No, gracias. Hoy ya me he emborrachado tres veces”. Aunque lo normal es que acepte la copa y siga alargando su jornada. Entonces dice otra de sus frases: “Soy un héroe”. Y, ciertamente, hace falta una resistencia física y una determinación grande para esto. Una madrugada, saliendo ya de día de casa del escritor Javier Barreiro, Pepe se ofreció para acercarme a casa y yo le pedí que me llevase directamente a Urgencias. De esto hace un par de años y desde entonces me he ido recuperando mientras Pepe ha pasado por una de sus etapas más brillantes y felices como pintor. Una felicidad y una madurez que tiene que ver con elegir el paisaje como asunto pictórico. Cada uno sabe el camino que ha de recorrer. En cierto sentido, Pepe Cerdá ha dado un rodeo muy largo para llegar a pintar un árbol. Un árbol que estaba ahí, junto a la gasolinera de Villamayor.

 

            Pero decía que Pepe está también, a un mismo tiempo, fuera de la ciudad. Pepe es el salvaje que ve la ciudad. Sus retratos de la ciudad desde sus colinas, desde fuera de ella, son los retratos de un furtivo, a la vez que ama aquello que mira, esas luces nocturnas. Pepe habla a veces de los animales de granja, que reciben su ración de pienso diario, y de los jabalíes de monte. Se refiere a los que cobran un sueldo “sólo porque el sol se levante”, como él dice, y los que han de ingeniárselas para obtener el dinero antes de que caiga el sol. Esta imagen, el “jabalí de monte”, la utiliza Pepe para hablar de sí mismo. Hay que probar a ver los cuadros de esta exposición desde los ojos de un jabalí orgulloso y algo asustado, como no podría ser de otra manera.

 

            Ahora bien, es un jabalí que no puede vivir sin esa ciudad a la que mira. Y un jabalí que escribe y lee bien. Cerdá ha escrito magníficamente sobre la pintura, como lo hicieron Dalí, Solana o Ramón Gaya. A Pepe le gusta leer a Pla, a Chaves Nogales, a Montaigne... La novela le interesa menos. Dice que no entiende la poesía, lo que demuestra que es poeta. Pasa por temporadas en que compra libros compulsivamente. Entonces se encierra en su taller a construir estanterías para guardarlos y hace ruido y traslada tablas grandes de un sitio a otro. Vuelve de la librería y pone en marcha las sierras. A Pepe Cerdá se le nota mucho que está viviendo.

 

            Pensando en las vistas que pinta Pepe, se me ocurre que ha sido un pintor que ha tenido varias casas en altos, con perspectivas naturales a la ciudad. Vivió dos años en la casa de Velázquez de Madrid, que está en los altos de Moncloa y desde la que se tiene una vista de la urbe como paisaje. Ha sido un pintor más de casa que de piso. A Pepe le gusta vivir en casas, en propiedades con árboles, y a la vez estar en la ciudad. Esto, naturalmente, es un privilegio. Lo que parece evitar Pepe es la medianía, la conformidad. En París ha tenido una casa de dos plantas o bien una buhardilla tan minúscula que apenas alcanzaba para extender el sofá cama. En esa buhardilla acabé yo uno de mis libros. De noche apagaba las luces para mirar a las chicas de las ventanas de las casas de enfrente, como supongo que de vez en cuando haría Pepe.

 

            La casa donde vive Pepe Cerdá está en Villamayor, que se encuentra en un alto respecto a la ciudad de Zaragoza. Se trata de una linde, más allá de Villamayor ya se extienden las carreteras rectas de los secanos de los Monegros. Pepe, cuando tiene invitados extranjeros, les sube a su coche y les lleva a ver, a cinco minutos de su casa, toda esa nada del desierto, las sabinas solitarias. La verdad es que impresiona mucho. Y entonces da la vuelta al volante, aún con los ojos quemados por ese horizonte guerracivilista, y les lleva a alguna de las vistas que desde los alrededores de Villamayor se tienen de Zaragoza. En unos minutos de coche está todo, la vida, las fiestas y la nada. No da tiempo ni a fumar un cigarrillo. Buena parte de los paisajes que viene pintando están en esa síntesis espacial.

 

            Pepe, mirando la panorámica de Zaragoza desde los alrededores de Villamayor, explica que ahí se quedó Durruti con su columna, sin llegar a entrar en la ciudad. El perro que tienen Pepe y Ana se llama Durruti, y es un perro de la calle que aparece y desaparece según le va. A veces se ensucia con la pintura aún fresca de los cuadros, que Pepe retoca sobre la marcha. Algunas noches, cuando hay invitados en la cocina, Durruti golpea desde el corral los cristales de la puerta para que le dejen entrar. Está raspando sus uñas un buen rato y parece que fuera hubiese tormenta.

 

            Sólo llegué a ver desde fuera la casa de Pepe de París, la de varias plantas. Pepe conducía su furgoneta una vez que entramos en París. Entonces se desvió y siguió la dirección a su antigua vivienda. Se paró en la acera y nos la señaló al escritor Félix Romeo y a mí, que éramos quienes le acompañábamos. Como nos pareció ver que había gente dentro, Pepe salió de la furgoneta y llamó al timbre. Estuvo un rato ahí, junto a esa valla. Luego volvió, ironizó sobre su propia nostalgia y luego pasamos horas circulando por París, porque ni Félix ni yo habíamos visto nunca esa ciudad desde un coche.

 

            En Edimburgo Pepe Cerdá no disponía de coche. Tuvo que hacer cola para subirse a un avión y para andar luego por una ciudad sin tener un vehículo propio, una ciudad en la que además no podía fumar en los restaurantes. Todas estas cosas le predisponían para el mal humor. Aparte de esto, Pepe Cerdá, que bromea sobre sí mismo diciendo que no tiene “afición” a pintar, no paró de comprar juegos de acuarelas, cuadernillos y pequeños utensilios de pintor. Visitamos varios museos y Pepe hablaba de pintura, de su idea de que en arte no hay progreso, ni tiene por qué ser mejor lo posterior que lo anterior. Pepe ha escrito y explicado estas ideas suficientemente, no las voy a repetir. Junto a Pepe creo haber aprendido unas cuantas cosas sobre pintura. Luego nos subimos a la azotea del centro comercial John Lewis, desde donde se tiene una panorámica de Edimburgo. Mientras nos íbamos sirviendo platos del autoservicio Pepe pintó algunas acuarelas en postales para enviar a los amigos. Utilizaba un pequeño estuche de pinturas que acababa de robar.

 

            ¿De qué trata la pintura de Pepe Cerdá? No sé, de lo que trata cualquier buen pintor: del mundo, de la pintura, del paso del tiempo. Un buen pintor, se supone, es aquel que hace cuadros buenos. Cuadros donde esté su tristeza, su ternura, su piedad por el mundo, su sexualidad. Y donde se produzca una correspondencia entre los trazos del unte de pintura y un resultado con cierta capacidad de conmover. Y entonces uno hace un cuadro y luego otro y luego otro, acercándose a algo que nunca se alcanza, etcétera. Y, mientras tanto, sucede todo este encender de luces de ciudad, estas perspectivas que Pepe Cerdá ha pintado esta vez.

 Ismael Grasa

Junio de 2006.

 

Sistemas piramidales.

Baldomera, la tercera hija del «Pobrecito Hablador», Mariano José de Larra, inventó en 1876 la estafa piramidal que se haría famosa en distintas épocas desde entonces cuando, apretada por la necesidad, decidió pedirle una onza de oro a una vecina bajo la promesa de devolverle dos en un mes. Fue tanto el acierto y el triunfo que unos meses más tarde había estafado 22 millones de reales, que para el Madrid de la época era una cifra escalofriante. La base del imperio del financiero Madoff es exactamente la misma que la de doña Baldomera, solo que 132 años más tarde. En su caso el fraude se calcula en 37.470 millones de euros, pero no difiere sustancialmente de aquella idea de devolver lo prestado con sustanciosas ganancias. Es decir: la estafa piramidal.

El sistema de pensiones Español también está basado en esencia en la idea de Baldomera y Madoff. La idea de que se pague hoy lo que será devuelto con creces mañana ha calado muy hondo en todos nosotros. Es la idea de la tierra prometida, del reino de los cielos, etcétera.

La diferencia es que los “clientes” del sistema de pensiones Español, a diferencia de los clientes de Baldomera  y Madoff, estamos obligados por ley a cotizar.  Sin embargo, ahora que ya es oficial lo que todos de mi generación suponíamos, que es un “pufo”, que no vamos a cobrar o que si lo hacemos será a los ochenta años, resulta que tenemos que seguir “poniéndolas” como si nada hubiese pasado.  Poniéndolas  cada vez más, que si no, no les salen las cuentas a nuestros representantes que menudo disgusto llevan. Es sabido que “a escote no hay nada caro”

Viene a ser como si en lugar de castigar a Baldomera o a Madoff, se castigase a sus clientes por gilipollas.

 

Viaje inolvidable.

Cuando vivía en el Colegio de España de París, allá por el año noventa del siglo pasado, conocí a un matemático, que vivía también en el colegio, cuyo nombre no recuerdo. Recuerdo que no hablaba mucho, mejor dicho nada, y que llevaba la camisa con todos los botones abrochados, incluido el del cuello. Era alto, con el pelo largo y despeinado y vestía ropa pasada de moda, mejor dicho: vestía una ropa que jamás había estado de moda. Pantalones de tergal del color marrón mas feo de los marrones, que por cortos enseñaban unos calcetines del color mas inadecuado que pueda imaginarse.

En cuanto a su relación con los demás no pasaba de lo presencial. Él bajaba a la sala que teníamos para reunirnos y se sentaba a nuestro lado o permanecía de pie a una cierta distancia pero jamás decía nada ni intervenía en nuestras conversaciones o juegos de cartas. Sin embargo nos habíamos acostumbrado a su presencia y lo considerábamos uno más. Yo, incluso, sentía un sincero aprecio hacía él. Cada uno es como es.

Por su aspecto y actitud podía deducirse que no le importaba otra cosa que sus matemáticas.

Un día en un aparte me habló. Mi sorpresa fue mayúscula.

 

       -¿Tú eres de Zaragoza, no?.

        -Sí, acerté a responderle balbuceante.

       -¿Sueles ir en coche de vez en cuando, no?

        - Pues, sí.

     -   ¿La próxima vez que vayas me podrías llevar?.

         -Sí, sí, claro...

 

Y dio por terminada la conversación.

 

A la semana tuve que realizar el viaje y se lo comuniqué.

 

      -    Pasado mañana salgo para Zaragoza. Si aún quieres venir te llevo.

-         De acuerdo. A qué hora salimos.

-         No sé...a las siete de la mañana. ¿Te parece bien?

-         De acuerdo.

 

A los dos días, a las siete me esperaba en la portería del colegio con una pequeña maleta. Nos montamos en el coche aparcado en el cercano Boulevard Jourdan y comencé el viaje.

El se sentó a mi lado agarró con firmeza el agarradero de su derecha. En la primera media hora, tal y cómo lo esperaba ni dijo ni una palabra. Aunque sin embargo se tiro no menos de cinco o seis sonorísimos pedos que aún hacían más cómica la gravedad de su semblante.

El viaje París-Zaragoza en coche lleva no menos de once horas de conducción, así que imagínense el panorama: ¡once horas encerrado en el pequeño habitáculo de mi Opel Kadet con aquél ciudadano!. Intenté iniciar algunos temas de conversación pero cada una de mis preguntas era contestada con un monosílabo. Por lo que le pregunté directamente por su trabajo.

 

      -    Estudio el comportamiento de los planos en la quinta dimensión.

-         Pues cuéntame un poco. Le dije.

-         ¿Para qué?

-         ¿No sé?. por hablar de algo.

-         Mira: Cuando yo llego a alguna conclusión lo publico en una revista científica de los cien matemáticos de mi nivel en este asunto del mundo sólo lo pueden comprender, y no sin esfuerzo, apenas media docena. ¿Qué sentido tiene que te lo cuente a ti?.

-         Pues tienes razón.

 

Y en el más absoluto silencio continuamos el viaje hasta Zaragoza. Silencio sólo roto por alguna de sus largas pedorretas.

 

    -prrrrrrrrttttrrrrrrrrrrrtttttt.

 

 

-          

 

 

Encadena.

Encadena.

El próximo martes 28 se celebra en la calle de la Cadena de Zaragoza una jornada de inauguraciones simultáneas. La invitación del evento es la reproducida arriba y están todos lo que lo lean invitados. Abajo reproduzco un boceto de texto para el desplegable que se editará con este motivo.

 

 

 

Puede que a los lectores menores de treinta y tantos les sorprenda, pero hubo un tiempo y un país en el que no existían ni plóteres, ni ordenadores, ni vinilos, ni pedeas. Aquel tiempo fue hace cuatro días y aquel país era este. Este país en el que los de mi generación hemos visto como se pasaba del burro al turbo, de la escasez a la dieta y del tiralíneas y la plumilla a los programas de dibujo.

En aquel tiempo cualquier imagen  que se quisiese reproducir en otro soporte que no fuese papel se había de hacer “a mano”. Era lógico pues que existiesen el número necesario de profesionales capaces de pintar “a mano” y eficazmente cualquier tipo de imagen que se les solicitase. En cualquier ciudad como Zaragoza existían varias decenas de profesionales capaces de hacerlo.

En aquel tiempo los autobuses y tranvías salían un día con el espacio para la publicidad pintado en blanco. Eran necesarios dos días, mejor dicho, dos noches, para lijar, fondear y volver a rotular la publicidad siguiente. En aquel tiempo cuadrillas de pintores rotulistas y dibujantes peregrinaban de feria en feria de muestras para hacer y decorar los stands. En aquel tiempo los cines adornaban con enormes murales los estrenos de las películas. En aquel tiempo a la salida del cine del domingo salía también la hoja deportiva:....”ha salido la hoja, ha salido la hoja, la hoja depooooortiva”, cantaban multitud de chavales que blandían tacos de cuartillas naranjas  impresas con los resultados de los partidos de fútbol cuando el domingo agonizaba.

Yo era niño entonces y mi padre era uno de aquellos que se ganaba la vida haciendo lo que fuese necesario con un lápiz, una plumilla, un tiralíneas, un pincel, una brocha o con cualquier otra herramienta del oficio.

Antes de nacer yo mi padre había sido de todo un poco. Que yo recuerde ahora mismo había sido: impresor, camionero, taxista, dibujante humorístico, dibujante publicitario, rotulista, pintor de cuadros y murales, empresario (con una empresa de impresiones serigráficas) y algunas cosas más.

Mi padre, Don José Cerdá Udina, habrá realizado decenas de miles de originales, entre dibujos, ilustraciones, chistes, murales, cuadros, decoraciones de aparatos de feria, etc.

La inmensa mayoría de estos originales han sido de su invención y ,a día de hoy, apenas conserva algún centenar. En aquel tiempo los originales no se devolvían en las imprentas, se pintaba encima de los pintado para ahorrar en soportes y en los traslados de taller se quedaban la mayoría de los trabajos en el anterior.

Los que guardaban como tesoros sus trabajos eran otro tipo de pintores,  los que se consideraban a sí mismos artistas, pero esos, generalmente, no solían mantener a sus familias ni consideraban una obligación tener ingresos para alimentar a su prole. Su compromiso era con la humanidad entera y su obra lo más importante, pero esta es otra historia y otros pintores.

Mi padre también tenía, cómo es natural, su vena artística, que situó por debajo de la obligación de mantener a su familia,  y, aún así, realizó miles de cuadros.

Expuso en la sala del Casino Mercantil en 1973 y ganó algunos premios. En Torremolinos, dónde paso algunos años al final de los sesenta, realizó decenas de pinturas murales y centenares de cuadros.

Mi padre no ha dejado de pintar ni un solo día de su vida, aún lo sigue haciendo.

Estas exposiciones, la de la galería Aroya y la de Estudio Novo quieren mostrar un pequeñísima parte del quehacer de José Cerdá Udina tanto como pintor, como dibujante publicitario, diseñador y proyectista.

Estas exposiciones quieren ser, también, un homenaje a los centenares de profesionales que llenaron de imágenes nuestras calles, periódicos, autobuses y tranvías y que han sido invisibles a los cronistas artísticos.

Pepe Cerdá

Labordeta ha muerto.

Pitipiiii ,pitipiii.... Mensaje en el móvil. Estoy desayunando en Urdós en el Pirineo francés,. Ya lo miraré luego, pienso.

Pitipiii, pitipiii. Otro, vaya, puede que sea urgente. Me levanto a cogerlo.

Pitipiii, pitipiii…Otro más mientras cojo el móvil. Los leo:

 

-Labordeta ha muerto. Esta tarde capilla ardiente en la Aljafería.

 

No puedo decir que no lo esperase. Sólo puedo decir que lo siento.

Puedo decir, también,que se ha ido un buen tipo. Un tipo que fue aproximadamente lo que quiso. Un tipo que aún a pesar de su enorme fama no fue nunca de nada.  Un tipo que me apreció y al que aprecié.

Ójala su ejemplo sirva para que en este siglo nazcan cientos como él.

 

Lo siento.

 

 

 

 

 

                           

Un año más.

Hoy es mi cumpleaños. Pero este hecho tiene escasísima importancia. Hoy seguro que me llegaran centenares de mensajes de facebook, de los bancos, del corte inglés, felicitándome. En realidad me van a felicitar máquinas. A estos ciber-entes son los ordenadores los que les "chivan"que es mi cumpleaños y los que mandan automáticamente las felicitaciones, del mismo modo que se envían las multas y las cartas de hacienda.

 

Ayer me tome unas cañas con unos amigos en un bar con televisión. Tras un rato de francahela me evadí de la conversación con los amigotes y, no sé porqué, me puse a ver la tele. Emitían las noticias. Me enteré que el profesor Neira bebe. Lo habían pillado conduciendo borracho. Me extraño la cobertura informativa a un asunto tan baladí. Ahora, parece que, a la progresia institucionalizada ya no les hace tanta gracia como cuando estaba en coma. Como cuando era el defensor de las maltratadas.  Dió 0,8 en el alcoholímetro, tres veces la tasa permitida en España hoy, pero inferior a la permitida en Finlandia, por ejemplo. O justo la permitida en España hace cuatro días. Por algo perfectamente legal hace poco ahora le condenan a dejarle sin carnet y a pagar mil ochocientos euros.

 

También vi ayer en la tele del bar, en el telediario de la noche, el de Pepa Bueno, unas imágenes en las que los ministros de defensa y educación, Sr Gabilondo y Sra Chacón, acompañados por el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias y la futura candidata, Eva Almunia, le imponían la gran cruz de la orden civil de Alfonso décimo el sabio a Jose Antonio Labordeta en el salón de su casa. Pensé que ese señor canoso que ahora veía por la tele sentado en su sillón rodeado de los suyos es mi amigo, que le aprecio y que me aprecia. Labordeta es un grandísimo tipo. Labordeta ahora está muy enfermo. Pero, aún así, es un gozo ir a visitarle, aún en estas circunstancias que ahora le atenazan. Pensé en las últimas veces que lo he visto. En lo bien que nos hace sentir a los amigos, en lo nada que se queja.

 

Hoy es mi cumpleaños. Pero este hecho no tiene ninguna importancia.

El que resiste se cansa.

En los años antes a la crisis se podía oír con cierta frecuencia, como argumento para la inversión en bienes inmuebles, la siguiente frase:

 

-¿Pero cuándo has visto tú bajar el precio de la vivienda?. ¡Nunca!. Nunca se ha dado ese caso.

 

Yo la solía oír en conversaciones ajenas y me mordía la lengua ya que no podía intervenir para explicarles que el precio de todas las cosas ha variado hacía arriba y hacía abajo en multitud de ocasiones en la historia. Pero, de seguido, pensaba que no merece la pena intentar desasnar a alguien que no quiere ser desasnado y que lo único que pretende es vender por un precio insensato su vivienda.

 

Ahora, en pleno epicentro de la crisis, se oye una estupidez parecida, a modo de letanía, entre los pequeños empresarios y autónomos:

 

-El que resiste vence.

 

El otro día me la pronunció un empresario a la hora del almuerzo en el bar del polígono industrial donde ahora está mi estudio. En contra de mi costumbre, que es callar o cambiar de tema cuando se hacen este tipo de afirmaciones tan sustanciales, le dije:

 

-¿Pero de dónde te has sacado tú esta afirmación?. Sé que la dijo Cela como “boutade”, un poco rancia y cuartelera, y refiriéndose a su carrera literaria. Pero no aguanta el más mínimo análisis. Es más, al que resiste es al que más palos le dan y el que es derrotado más terriblemente.

 

-Pero.. ¿Qué me dices?.

 

- Lo que oyes. Este argumento de resistir sólo favorece a los que te cobran las cuotas de los prestamos y multas e impuestos de todo tipo. Es el argumento que esgrimen los oficiales ante la soldadesca para que sean la carne de cañón con la que se adereza la salsa boloñesa de todas las guerras. Es el pundonor del pobre y del obrero. Eso de “ pobre pero honrao”. El orgullo del pobre...

 

-Pero...

 

-Pero nada. ¿Resistió Numancia?, sí. ¿Venció?, no. ¿Resistió Zaragoza los dos sitios a la que fue sometida por las tropas napoleónicas?, sí. ¿Venció?, no.

Madrid, por aquél entonces, capituló al segundo día y los franceses no rompieron nada, y la gente siguió viviendo y haciendo pan, y bebiendo. Y al final los franceses se fueron y ya está. Luego..., de algún modo, venció, precisamente,  por no resistir.

Ese pundonor baturro del que me hablas es peligrosísimo, y más en estos tiempos. Tú, resistiendo, amortizarás así casi todos tus créditos para ser embargado y arruinado por no pagar la penúltima cuota. Embargado exactamente igual que si no hubieses pagado ni una. Porque al banco le va a dar igual que hayas pagado doscientos ochenta mil de los trescientos mil euros que te prestó. Con que no le pagues la última cuota le es suficiente para destruirte No, mi querido amigo, el que resiste: se agota, se extenúa, lo humillan y lo derrotan. Es al contrario: el que resiste pierde.

 

La cara de mi interlocutor se ensombrecía por momentos. Le estaba desmontando el único argumento que le sostenía. La única razón por la que madrugaba y seguía abriendo la nave todas las mañanas. La razón por la que había metido todos sus ahorros en la empresa.

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Bebió de un trago su carajillo. Se levantó y se fue. Al darme la espalda leí en su  raído mono serigrafiado el nombre de su empresa: “Cerramientos metálicos Ruperez”.

El "bolo" de la Sra Obama.

Eso de que la primera dama del mundo, Michelle Obama, anuncie con casi un mes de antelación en qué hotel va a hospedarse, por si le interesa a Bin Laden, supongo, me recuerda mucho a Manuel Fraga bañándose en la playa de Palomares cuando nos cayo accidentalmente la bomba atómica americana, aquella que no explotó.

Se trata, y se trataba, de potenciar la industria turística y tranquilizar al personal. Lo que ocurre es que a mí, cuando el estado intenta tranquilizar al personal lo que consigue es ponerme muy, pero que muy, nervioso.

¡ Cómo estaremos de chungos en este país intervenido para que la primera dama del mundo nos tenga que hacer publicidad de nuestra primera industria!. ¡Cuánta pasta hemos de deberle a looby de los banqueros americanos para que la manden aquí de vacaciones!

Que Dios nos coja confesaos.

La filantropía es cara.

A un amigo pintor se le presentó en el estudio un coleccionista que había adquirido varias obras suyas cuando los tiempos eran otros. Ahora, arruinado, le pedía que le recomprase los cuadros  o que se los cambiara por otros más fáciles de vender.

Mi amigo se negó, no por nada en especial, sino porque después de toda una vida de bondad ahora estaba ejerciendo de cabrón para ver qué se sentía. Pero le explicó que no era nada personal, más bien era un ejercicio.

El coleccionista se quejó del dinero y la energía invertida durante tantos años en el asunto del arte y los artistas. A lo que mi amigo le replicó:

 

-¡Pero que te habías creído! . ¡La filantropía es muy cara!

Conversación

Estoy en Zaragoza. Hace unos días que volví. En Basilea discutí largo y tendido sobre la crisis mundial con Walter. Walter es un tipo sensible y de una especialísima finura de juicio. No dice nada que no haya reflexionado suficientemente. Además, la opinión de una crisis cuyo origen ha sido bancario expresada por un suizo, habitante del país bancario por antonomasia, es para mí especialmente relevante.

 

Recuerdo que me dijo:

 

-         Una cantidad muy estimable de los bancos del mundo quebraron hace un par de años. Que un banco quiebre significa que todas las personas, empresas e instituciones que hayan depositado su dinero en él lo pierdan inmediatamente. Por esto los gobiernos inyectaron unas cantidades enormes de dinero en los bancos. No había otra opción. Pero como los gobiernos no disponían de esas cantidades se las pidieron prestadas  a los mismos bancos quebrados que iban a ayudar. Lógicamente los bancos les prestaron el dinero con el interés correspondiente y exigiendo avales. Les prestaron por la mañana lo que recibieron por la tarde. Así la deuda se diluyo y se impidió la quiebra.

 

Bebió un poco de vino y continuó.

 

 

-         No quebraron los bancos, pero llevaron cerca de la quiebra a los estados. En estos dos últimos años se ha intentado desde los gobiernos relanzar la economía para pagar el pufo con los superavit resultantes del crecimiento y así los ciudadanos casi ni se enterarían. Pero la cosa no ha hecho sino empeorar y ahora los ciudadanos tienen que aceptar ser mucho más pobres para que los estados puedan pagar la deuda que se agravó precisamente para impedir la quiebra del sistema financiero.

 

Yo acerté a preguntarle:

 

-         ¿Pero no deberían estar en la cárcel los responsables del sistema bancario mundial?. O, como mínimo despedidos.

 

Y él me respondió.

 

      - Uno de los últimos presidentes del banco mundial dirige una caja de ahorros en tu país. Y no parece estar muy preocupado.

Cinco días en Basilea.

Cinco días en Basilea. Estoy agotado. He visitado un montón de exposiciones: la de Matthew Barney en el espacio Schaulager, la antológica de Basquiat en la fundación Beyeler, la de Orozco en el Kunstmuseum, la de Rodney Graham en el Museum für Gegenwartskunst y el Vitra Desing Museum. Aparte de a la mía he asistido a las inauguraciones de: Art Unlimited, Art41 Basel y Liste 15. He visitado decenas de galerías con un montón de exposiciones. Y prácticamente nada de lo visto me ha impresionado o sorprendido. Y lo digo con profunda amargura. Nada me gusta más que sorprenderme. Me debo de estar haciendo muy mayor.

Todo lo visto ya lo había visto hace ya mucho. Y esto no sería importante si no fuese porque casi todos los miles de objetos artísticos que he visto pretendían sorprender y conmover de un modo nuevo. Lo único que me ha conmovido, como siempre lo han hecho son los paisajes de Ferdinan Holder, pero estos paisajes me tenían que haber conmovido hace cien años.

A juzgar por los miles de visitantes emocionados con los que me he cruzado estos días el equivocado he de ser yo. Pero la emoción no se puede fingir.

 Será una minusvalía con la que habré de seguir viviendo.

 

 

Desayuno en Basilea

Mientras desayunamos en el jardín de su casa me cuenta Walter que más de mil doscientas galerías de todo el mundo postulan para entrar en la feria de de arte contemporáneo de Basilea. Sólo trescientas lo consiguen. Cada una de las que postula debe de pagar setecientos euros por inscribirse que no son recuperables. Por lo que antes de comenzar la feria ya tienen un millón de euros para gastar. Se lo gastan en invitar a cuerpo de rey a coleccionistas, directores de museos y curadores de todo el mundo que hagan deseable para otras mil doscientas galerías de todo el mundo el ingresar en la feria y tirar otros setecientos euros a la basura.

La idea no es mala.

Me cuenta también que han tenido que ceder los hangares de los aeropuertos militares

para que puedan guardarse los aviones privados de los coleccionistas y que no caben en el aeropuerto civil. Todos estos entresijos los sabe porque en Basilea se rigen por lo que él llama democracia directa y la transparencia de los asuntos públicos es total. El cantón se gobierna mediante casi constantes referéndums en los que se decide todo, desde lo más nimio a lo más importante.

Pienso que en España la casta que gana las elecciones se pega cuatro años haciendo lo que le da la gana. Pienso que estos últimos cuatro años les ha dado la gana llevarnos a la ruina. Pienso que votemos a quien votemos cuando nos toque seguirán haciendo lo mismo. En España los políticos deciden por nosotros lo que nos debe de convenir. Parece que esto va a seguir así.

 

 

Ya estoy en Basilea.

Ya estoy en la Galeria. Mi galerista parece contento con los cuadros. Ahora los estä colgando. Estoy escribiendo con un teclado de ordenador suizo que no me deja poner los acentos, pido disculpas. Los cuadros aquí son muy distintos. Puedo ver la Gasolinera de Villamayor, el depósito de agua de Bugnales ( no hay egne en el teclado), los monegros incendiados, representados al óleo en los cuadros. A través de los enormes ventanales de la galería veo una fuente artesonada y policromada como si de un enorme reloj de cuco se tratase. Es la fuente de la calle Spalenvorstad, al lado de la Spalentor, una antigua puerta de la Basilea mediaval.

Le agradezco al escritor catalan Josep Pla el haberme ensegnado a pintar. Es él el que me mostró que no se puede ser otra cosa que un ser paisajístico y local. Que de lo único que tenemos cierta competencia es sobre nuestro entorno más cercano. Por esto sólo la inocente mirada de un paleto puede ahondar en la sustancia de las cosas. El depósito de agua de Bugnales, el pueblo dónde nací y despues pasaba todos los veranos, lo ví construir y hasta que se termino se iba a buscar el agua a la fuente a varios kilómetros con un carro de mano. Los recipientes para el agua eran cántaros que se tapaban con un pagno para que se conservase fresca. Cántaros idénticos a los utilizados hace milenios. El enhiesto depósito de hormigón significaba la llegada del agua corriente. Por eso lo he pintado. Por eso está hoy en Basilea. Por eso lo va a ver la flor y nata del arte mundial que se da cita esta semana para acudir a la feria de arte más importante del mundo: Artbasel. Lo he pintado porque lo he sentido, porque lo he visto y porque soy competente para hacerlo.

Salud.

Mañana salgo para Basilea.

Mañana salgo con mi camioneta llena de cuadros en dirección a Basilea. Inauguro una exposición allí el viernes. Expongo en la Galería Graff & Schelble.

Cuando comencé, hace ya más de veinte años, a cruzar Europa cargado de cuadros en la baca del coche suponía que los comienzos eran duros pero que con el tiempo las cosas mejorarían. Ahora sé que las cosas no suelen mejorar, sino, más bien al contrario, suelen empeorar. Por esto he de estar contento de poder seguir haciéndolo, ahora más que nunca con esta estúpida y previsible crisis en la que nos han metido los no menos previsibles y estúpidos que dicen gobernarnos. Pero no estoy contento. No me apetece hacer mil quinientos kilómetros a contra reloj. No me apetece hacer los papeles de la aduana. No me apetece chapurrear idiomas en la inauguración. Ya no quiero hacer una carrera. Ahora lo que quiero es que me dejen en paz. Pero nunca tendré paz. Soy un autónomo en periodo de crisis. Sobre mi mesa tengo varias multas de tráfico. Por no identificar al conductor me cobran trescientos euros de más. Para identificar al conductor he de rellenar papeles y perder una mañana en la cola de la policia local. No tengo tiempo he de ir a Basilea. Por esto me embargarán y me cobrarán más recargo. Mi gestor me espera para la declaración de la renta. Soy una doble vaca lechera para el estado. Lo soy por conductor y por autónomo. Además soy una presa fácil. No tengo ni tiempo ni dinero para defenderme de ellos. Sólo puedo pagar sumisamente lo que les de la gana que pague. Ellos se inventan las normas. Ellos tienen a los jueces y a la policía. Yo tengo la camioneta que nunca estará en regla.

“-No soy un viejo hippie, soy un joven conservador”

Oigo decir a Denis Hopper en la reposición de una entrevista televisada, allá por los noventa, lo siguiente:

“-No soy un viejo hippie, soy un joven conservador”

Creo que en esto consiste en esencia la actitud artística, que como muy bien decía Chesterton es “sólo cosa de principiantes”. Se trataría de conservar a toda costa el espíritu del paso de la niñez a la juventud cuando se cree que todo es posible, cuando se cree que cualquier cosa es una maravilla y alimentarlo y protegerlo con el escepticismo de la madurez. Sería como beber una y otra vez la propia orina para destilar lo que de genuino pueda tener. De pensar una y mil veces lo pensado entonces hasta hacer audible la propia voz.

Por esto, como decía Hopper hay que conservar a toda costa el hippie ( o lo que tocase en cada generación) que se fue. Pero sin olvidar, y vuelvo a citar a Chesterton, que:

“La aventura podrá ser loca, pero el aventurero habrá de ser cuerdo

Leopoldo Abadía lo cuenta así.

Les "pego" lo publicado por el profesor zaragozano Leopoldo Abadía en su blog:

Para aclararme las ideas, el martes escribí:

1. Unos hermanos deciden vivir juntos en una casa.

2. Antes de entrar a vivir allí, los hermanos se ponen de acuerdo en las normas:

 a. Si ganamos X, no podremos gastar más de Y.
 b. No podremos endeudarnos mucho.
 c. Y otras.

3. Todos las aceptan y presentan sus cuentas.

4. El hermano griego miente.

5. Al cabo de un tiempo se descubre que el hermano griego tiene una deuda enorme y que, cuando llegue el vencimiento de los plazos, no va a poder pagar.

6. La gente no le presta dinero a ese hermano. Sí que se lo presta al hermano alemán, que es más serio.

7. Si se lo prestan, lo hacen más caro que al hermano alemán.

8. Si el hermano griego no paga y hace suspensión de pagos:

 d. Los hermanos que le han prestado dinero no cobran y tampoco podrán devolver el dinero que les han prestado a ellos.
 e. Tampoco podrán cobrar los amigos que le han dejado dinero.

9. Los amigos empiezan a preocuparse por la familia y empiezan a pensar que el griego no es el único hermano que está en malas condiciones. Que hay otros a los que hay que vigilar: 

f. El hermano portugués
g. El irlandés
h. El italiano
i. El español

10. El hermano español gasta mucho, porque, entre otras cosas, tiene un modelo en su casa que  funciona mal, el modelo autonómico, que en sí es bueno, pero que, mal administrado, es muy malo.

11. Además de ser muy malo, es muy difícilmente reversible, porque se mezclan muchas cosas, de tipo cultural, social, etc.

12. Además, el hermano español gasta mucho porque ideológicamente quiere gastar en temas “sociales”, con una definición de “social” muy discutible.

13. Entre todos, calculan que al griego le hacen falta 110.000 M €. Hay quien dice que son más (150.000), pero con eso se arregla por ahora.

14. De los 110.000 M, la familia pone 80.000, y un amigo, el FMI, pone los otros 30.000.

15. De los 80.000, al hermano español le tocan 9.800 M.

16. Como no los tiene, los pide prestados al 3 %. Él se los va a prestar al griego al 5 % y, como es así de tontín, va a la tele y dice que es un buen negocio, porque no es regalo, sino préstamo y en la operación ganaremos dinero.

17. El hermano serio (el alemán), que aprovechó los intereses bajos para fortalecerse, no subir los gastos tanto como los griegos y exportar, está preocupado:

j. Porque piensa que el griego no devolverá el dinero
k. Porque piensa que los hermanos más “peligrosos” pueden estar en una situación parecida.

18. La gente que tiene dinero prestado a esos hermanos “peligrosos”, piensa que, en cuanto recupere el dinero, se lo lleva a otro sitio.

19. Nadie quiere euros -la moneda de la familia- y los cambia por la moneda de otra familia que en estos momentos se considera más formal.

20. El euro baja y la otra moneda sube. Esto es favorable para la familia que comercia en euros, porque habrá bajado los precios de sus exportaciones. También habrá subido los de sus importaciones, con lo cual puede producirse inflación.

21. El hermano serio convoca a los menos serios y les dice que así no podemos seguir. Que, o se lo toman en serio, o hay dos soluciones: 

l. Se va él de la familia
m. Se van ellos

22. El hermano español dice que “no rebajaremos el déficit hasta el punto de que pongamos en peligro el crecimiento de la economía española”.

23. El hermano griego recibe la visita de una delegación del FMI, el amigo que le presta 30.000 M, y le dice lo mismo que ha dicho el hermano español.

24. Lo que pasa es que el del FMI, que, es muy suyo y, en este caso concreto, es noruego, le contesta: “perdone, pero yo no he venido a hablar del crecimiento de Grecia. Estoy aquí para salvar el euro”.

25. Contestación que sirve para el hermano portugués, el irlandés, el italiano y el español.

26. O sea, que se avecinan tiempos muy duros.

27. Los gobernantes tienen que prometer a sus países “esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas”.

28. Los que se oponen a los gobernantes tienen que prometer exactamente lo mismo.

29. Y el que no lo haga, es un insensato.

30. Y el directivo de una empresa que no se entere, otro.

31. Y el sindicalista que convoque  a la huelga general, otro.

Hasta aquí lo que escribí el martes pasado

Lo que no sabía el martes es que Obama, nuestro Obama, le iba a llamar a nuestro Zapatero y le iba a apretar las clavijas. Además, con lo de la diferencia de hora, igual lo hizo cuando allí era de madrugada y el pobre Obama estaba con sueño y con un poco de mal genio, pensando que a esas horas tenía que ponerse a arreglar nuestros asuntos.

Para colmo, me parece que el primer ministro chino, llamó también a Zapatero, con lo cual, con el cambio de hora, el que tenía sueño y mal genio era nuestro Presidente.

¡Vaya día!

Pues nada, a por ello, señor Zapatero Menos mal que, según dijo el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, nuestro Presidente ya había comenzado a trabajar en el tema. ¡Si es que tenemos un Presidente que no nos lo merecemos! ¡Está en todo!

En un programa de televisión, me preguntan mi opinión sobre todo lo que pasó el miércoles y contesto lo que viene a continuación, mientras vigilo con el rabillo del ojo el micrófono, porque estos chicos de 59 segundos te lo quitan en cuanto te descuidas (que suele ser a los 59 segundos):

1. Digo que, por primera vez en su historia, nuestro Presidente ha dicho que hace falta hacer un esfuerzo. ¡Ya se ha enterado! Algo es algo.

2. Que los 15.000 M de euros de reducción de gasto público me parecen fenomenal.

3. Que, cuando se reduce el gasto público, hay muchas personas a las que no les gusta (a todos los que les afecta, que, naturalmente, son muchos.)

4. Que hay que hacer alguna cosa más: 

 a. Que el Vicepresidente Chaves se vaya a su casa hoy.
 b. Que la Ministra Aído se vaya a su casa hoy.
 c. Que la Ministra Corredor se vaya a su casa hoy.
 d. Que las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos no se vayan de rostas con sólo 1.200 M de euros de recorte. Que yo creo que, entre todos, podían poner 12.000  M, por ejemplo.

5. Que hay que poner seriedad, o sea:

 e. Que el Sr. Díaz Ferrán se vaya a su casa hoy. Siempre le he defendido, porque pienso que una organización empresarial tiene que estar presidida por un empresario y no por un empleado, aunque el empleado se llame Consejero Delegado o Director General. Y pienso que, por definición, a un empresario a veces las cosas le van bien y a veces, mal. Y al Sr. Díaz Ferrán ahora le van mal. Y digo que tiene que irse hoy a su casa porque sus cosas le van tan mal que está distraído, como es natural, y piensa en sus cosas y no tiene tiempo para dedicarse a lo otro, que, hoy, especialmente hoy, es importante.

 f. Que los Sres. Méndez y Fernández Toxo no pueden ir a televisión a decir que el jueves se van a reunir con el Presidente, porque los mal pensados, que los hay, igual piensan que le van a amenazar con una huelga general o, hablando más suavemente, “con movilizaciones”.

6. Que, dentro de la seriedad, hay que tomarse en serio lo de la honradez, porque, o estamos en un mundo de golfos/pillos/sinvergüenzas o es que todos los que hay se han puesto de acuerdo para  salir en los periódicos a la vez. Y ya vale.

7. Como hoy me ha dado por mandar a la gente a su casa, como broche final hay que decirle a nuestro Presidente que se vaya y decir a los del PSOE que elijan a alguien del mismo partido para sustituir a D. José Luis.

8. D. José Luis no lo hace peor porque no se entrena. Y debe dimitir por muchas cosas, que se pueden resumir en dos: 

 g. Porque no sabe
 h. Porque tiene una absoluta falta de credibilidad. La absoluta falta de credibilidad se puede deber a una de dos cosas:
 i. La ignorancia a la que me refería
 ii. La utilización permanente de la mentira como instrumento de gobierno. (Por supuesto, estoy convencido de que no es por esto último)

9. Por tanto, señores del PSOE, por favor, ayuden a mi Patria. Este señor ya ha dado de sí todo lo que tenía que dar. A unos les parecerá mucho, a otros poco y a mí, nada. Ustedes tienen gente preparada. Por favor, reúnanse hoy, porque a mí me encantaría que mañana sábado, D. José Luis empezara a empaquetar sus cosas y ¡a León!, que es una ciudad preciosa, acogedora y donde seguro que tiene muchos  amigos.

10. En el programa de televisión al que me refería antes oí hablar de elecciones anticipadas. No, no, que “los otros” tampoco están para echar cohetes. Para colmo, el Sr. Rajoy dice que Zapatero ha recortado los derechos de muchas personas.

11. Es verdad, pero no sé por qué, tengo ganas de que en este país alguien hable de obligaciones.

12. Porque a todos se nos llena la boca diciendo aquello de Kennedy de que había que preguntarse qué puede hacer uno por América en lugar de preguntarse lo que América puede hacer por uno.

13. Pero una vez que se nos ha llenado la boca, pensamos que es una frase preciosa y que a ver si los americanos se enteran.

Y con todo lo anterior…

Pues con todo lo anterior, igual la Unión Europea, Estados Unidos, China y algún otro más, empiezan a  pensar que efectivamente, España es un país serio.
O está en camino de serlo, que ya sería algo.

Leopoldo Abadía - 14/05/2010 06:00h

 

Causas idiopáticas.

Si su médico, mientras le mira con cara de profunda gravedad, le dice que su enfermedad tiene causas idiopáticas, lo que de verdad le esta diciendo es que no tiene ni zorra idea de lo que le pasa ni de cómo curarle.

Si su presidente del gobierno, con la misma voz de falsete y grave de su médico, culpa a los especuladores cuando las cosas van tan rematadamente mal como ahora y se responsabiliza a sí mismo cuando, gracias, precisamente a los especuladores del ladrillo, iban bien, es que ni gobierna ni sabe cómo se hace.

Si el líder de la oposición al grito de “quítese usted que me voy a poner yo” termina aprobando lo que impongan los mercados porque ni sabe, ni quiere, ni puede hacer otra cosa, es que ni se opone ni se opondrá a nada.

Si su majestad dice que nos llevemos bien y que no nos enfademos y que trabajemos juntos y que tengamos fe, es porque quiere seguir navegando en el “Fortuna” este verano.

Mi impresión es que nadie de los que nos dirige o pretende dirigirnos tiene ni zorra idea de qué hacer, aparte, claro está, de que paguemos a escote el desastre que han creado. Que paguemos nosotros, no ellos, que tienen sus sueldos y sus privilegios blindados. Desastre que tiene, como es sabido, causas idiopáticas.

No termino de comprender...

Aún a pesar de que los “beneficios” (perdón, ingresos) del estado han bajado exponencialmente en estos últimos tres meses se han contratado a más de veinticinco mil nuevos funcionarios. Ahora son más de tres millones. En Extremadura uno de cada tres trabajadores es funcionario, otro parado y el último trabaja en una empresa que factura únicamente a la administración.

 

Para los no beneficiados por la canongía vitalicia de la función pública cuando bajan sus ingresos no les queda otra que reducir gastos hasta llegar a buscar los nutrientes básicos en la cola de cáritas o rebuscando en la basura. Las empresas que no tienen beneficios han de cerrar o como mínimo no contratan a más gente. Son las reglas del juego.

 

¿Alguien me puede explicar cuál es la lógica del estado para contratar vitaliciamente a más gente mientras se está ahogando al sector privado?. ¿Con qué nuevos impuestos se les piensa pagar?. ¿No será que están poniendo a cubierto a sus últimos amiguitos antes de que esto se ponga aún más feo para los que nos quedemos a la intemperie?

 

Yo no lo termino de comprender desde la supuesta justicia que tiene que regir todo estado de derecho. Y desde el sitio que lo comprendo no me gusta ni un pelo.