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pepe-cerda

De la literalidad, de los tontos y de los ordenadores.

La literalidad en el lenguaje es imprescindible para comunicarse con los tontos y con los ordenadores. Sólo el lenguaje literal será comprensible tanto para esta clase de hombre como para la máquina. El doble sentido, la ironía y el humor fino les es ignoto a ambos. O se les explica con concisión lo que se les pide o no se enteran.

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Esto ha de tenerse muy en cuenta cuando se habla en público o cuando se quiere que un discurso tenga la suficiente repercusión. Esto lo saben muy bien los que les escriben los discursos a los políticos y los que les asesoran. Supongo que, aparte de estos,  habrá otros asesores, cómicos o actores, que les enseñarán a poner esa cara de extrema gravedad cuando dicen las jautadas y obviedades que dicen. Aunque quizás ellos crean sinceramente que las obviedades y perogrulladas que expresan son importantísimas cuestiones que aún no han sido expuestas al común de los mortales y la cara de solemnidad sea sincera y formen parte del grupo de los tontos y los ordenadores. No sé, de esta duda será difícil salir.Pero al menos esta duda plantea una dicotomía; una de dos: o son tontos y por lo tanto no saben que lo son (cualidad primera de todo tonto que suele creer todo lo contrario) y nos dicen las bobadas que nos dicen desde el corazón y con toda sinceridad, lo cual sería grave; o son listos y saben que lo que nos cuentan no se lo creen ni ellos y aún a pesar de esto nos lo cuentan desde la grave solemnidad que emplearía un profeta para anunciar la llegada de Yavé, lo que sería de un cinismo inaguantable.

 Ocurre como con la merluza y los pobres, si un pobre come merluza uno de los dos está malo. Pues eso: o son unos cínicos y nos llaman imbeciles a nosotros, o son unos crédulos que nos toman por asnos a los que desasnar.

 

En cuanto a lo de la literalidad recuerdo una anécdota que me ocurrió en París con Carlitos un chaval de veintipocos al que le cogí cierto cariño y que solía acompañarme mientras pintaba. Como llevo dibujando y pintando profesionalmente desde que empecé en el taller de mi padre desde que tengo uso de razón (algo que ahora sería delito por explotación infantil pero que entonces "se valía") no suelo dibujar antes de comenzar a pintar( tal y como se hacía y aprendí en el taller de pintura publicitaria de mi padre para ahorrar tiempo y por lo tanto dinero. A no ser que el tema fuese muy complejo o muy geométrico se dibujaba muy poco).Como digo el que no dibujase antes le extrañaba sobremanera a Carlitos al que le habían explicado en clase que para pintar, primero hay que dibujar y luego procurar no salirse de la raya mientras se saca la lengua por la comisura de los labios para reforzar la concentración. Si lo que estaba pintando era un retrato o una figura humana su extrañeza se acentuaba. Y me decía:

 

-Pero... ¿Así sin dibujar?. ¿Así se hace?. ¿Estas seguro?

 

Yo le solía contestar en un tono que suponía irónico:

 

-Carlitos es que yo no sé dibujar. Como no fui a Bellas Artes no aprendí.

 

Ni que decir tiene que para pintar algo figurativo sin trazar la forma obviamente se ha de tener nociones de eso que se llama "dibujar" y que consiste en poner las cosas en "su sitio" delimitando sus contornos en un soporte plano. Si las cosas aparecen en este soporte en "su sitio" sin dibujar es porque se ha hecho de antemano mentalmente. Cosa que tiene más dificultad. Y así suponía que lo entendía Carlitos. O al menos eso creí hasta que un día vinieron unas parejas de matrimonios coleccionistas de obra sobre papel. Andaban por el estudio mirando por aquí y por allá (actitud muy desagradable que ahora evito pero que antes me era imprescindible para mi sustento) cuando una de ellas me preguntó, con esa voz que sólo saben poner las señoras de una cierta burguesía francesa.

 

-¿Y dibujos?. ¿No tiene usted dibujos al carbón o a tinta?

 

A lo que Carlitos (que permanecía callado, como siempre que me visitaba alguien, comportándose como un mueble más del taller, actitud que yo interpretaba como un signo de discreción y prudencia cuando en realidad, como supe aquél día, era porque no tenía nada que decir. Pero por fín, aquella pregunta, aúnque no iba dirigida a él "se la sabía".) con la misma puerilidad entusiasta del escolar cuando se sabe la pregunta del profesor respondió por mí:

 

-No señora, no tiene didujos.  Es que... dibujar no sabe... Sólo sabe pintar.

6 comentarios

Elisa -

Pepe Cerdá,
A la espera de uno de tus cielos rosas, te leo y disfruto de estos textos tan ágiles, tan directos, y llenos de una ironía tan intelectual como sentimental. Gracias!!!! Seguiré esperando ese cielo.

xime -

Y qué fue de ese Carlitos ? No sé yo si le dejarias volver a tu estudio...

carmen -

Un relato como todos los tuyos sincero y contando lo cotidiano.El chavalico ,todo ingenuidad,como poca queda,por desgracia hoy en día.Lo dicho,una gozadica leerte.Saludos

alfonso -

La realidad es un acuerdo, es algo darwuiniano.

julio tejedor -

Genial. Como solo un niño puede serlo.