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pepe-cerda

De la salud, del dinero y de la oratoria.

He estado pensando sobre el verdadero origen de la “autoridad moral" que parece sustentar las afirmaciones que vertemos tan alegremente y con voz grave, gustándonos, escuchándonos, cuando en cualquier reunión o conversación expresamos nuestra opinión o postura sobre algún tema.

 

 El verdadero origen de nuestras “reflexionadas” posturas ante cualquier cosa es esencialmente la antipatía que le tengamos al que defienda lo contrario. La “voz” con la que mantenemos nuestra argumentación será más o menos “audible” según nuestro “estatus” en la estructura de la reunión y generará las “antipatías” suficientes para que se establezca el discurso de los que quieran arrebatar el puesto de emisor de opiniones.

 

Esta autoridad “moral” para decir, que se basa mas, repito, en las antipatías que en las convicciones, necesita de unos vehículos imprescindibles que son: el dinero y la salud.

 

Cuando un mendigo emplea el mismo tono de voz que el presidente de gobierno, por ejemplo, y habla mirando a los ojos con firmeza inmediatamente suponemos que está loco, que ha perdido la razón. Cuando en una reunión toma la palabra la persona más adinerada la atención que provoca es máxima y se analiza con detenimiento lo que diga, aunque sólo pregunte la hora. La enfermedad también desautoriza automáticamente al emisor de discurso. Se entiende, de un modo general, que cuando alguien enferma todo lo que dice está mediatizado por su enfermedad y los demás, los sanos, tienen derecho a mentirle, a tratarle con condescendencia y a darle ordenes sobre las cuestiones más intimas y esenciales.

 

Nuestra autoridad para decir aumenta de un modo general con los años y nuestro estatus para luego disminuir con la edad hasta llegar a la senectud en la que todo el mundo se cree con derecho a mandar callar al abuelo.

 

-Calle, abuelo, calle. ¡Qué se sabrá usted.!

 

Bien entendido ha de quedar que esto sólo se producirá si el enfermo o el anciano no se ha enriquecido lo suficiente como para que su discurso resulte fascinante a sus cercanos.

1 comentario

jose manuel sanchez esteban -

Amigo Pepe: El hotel de Urdos
me marcó por el paisaje, el edificio y los cuatro , felices desde Pau. ¡ Que tiempos¡. Un abrazo. JM con Isabel