De los contratos vitalicios y del ímpetu juvenil.
Es sabido que el deseo dura menos que el amor y el amor menos que el pacto y que el pacto dura menos que el compromiso. Por eso los banderines de enganche, los captadores de correligionarios políticos, la fe en la revolución y todas esas cuestiones son cosas de primerizos y henchidos corazones juveniles. Todos los buenos vendedores saben enaltecer el deseo de compra del cliente y procuran hacerle firmar el contrato en el momento álgido. El hierro se ha de golpear en caliente.
En mi pueblo había un viejo soltero que me decía:
-Eso del matrimonio es cosa muy seria. Hay que darle muchas vueltas y pensarlo muy bien y mucho rato. Y después dejarlo estar.
José Luis Cuerda dice hoy en una entrevista de la contraportada del diario El Mundo que el matrimonio habría que ilegalizarlo ya que cuando se firma ese leonino contrato de por vida se suele estar (sobre todo el varón) sufriendo una clara enajenación mental transitoria.
3 comentarios
Ex-urdoniana -
Pero...al igual que hacemos la declaración de la renta ¿para qué celebrarlo con mínimo 200 comensales?. Yo lo firmaría secretamente y acto seguido lo negaría rotundamente.
Tirirí -
A los textos claro que les pasa como a los castillos de naipes. Si quitas una carta se caen todas. También les pasa a las formulaciones matemáticas, a los motores y a los seres vivos. Si quitas un paso en la formulación, una pieza del motor o una viscera de un ser vivo tambien dejan de funcionar.
Es usted un pedazo de Perogruyo, dicho sea con todo respeto.
Tirirí
klaus -