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pepe-cerda

Dibujo y pintura.

 

Yo comencé a pintar y a dibujar en un entorno, en un tiempo y en un país en el que a la materia pictórica se le llamaba: zurrapa, al dripping: churrete y a la mancha aleatoria: chino. Y por supuesto que ninguna de las tres cosas se valía. Una porción de materia pictórica o de dripping en cualquiera de los rótulos o fondos de decorados que comencé a hacer en el oficio era causa de una buena reprimenda por parte de mi padre o de que, lo que era peor, el cliente rechazara el trabajo. Una mancha aleatoria en cualquiera de los dibujos (o marcas)publicitarios que realizábamos con tinta china y guache blanco, a plumilla, tiralíneas o primitivos rotring, era absolutamente inaceptable, tan inaceptable y vergonzante como un calzoncillo caído en el vestuario del gimnasio con el palomino visible.

Luego me enteré viendo exposiciones y leyendo que no sólo se valía sino que la buena pintura, de los buenos dibujantes y pintores de entonces, los que se llamaban artistas (informalistas o expresionistas abstractos primero, y transvarguandistas o neoexpresionistas después) lo eran, precisamente, a causa de las zurrapas, los churretes y los chinos. Además no se lavaban las manos para coger el papel caballo (que así se llamaba el bueno y caro entonces) y estaba sobao y lleno de huellas y hecho una pena. Estos eran los que hacían autentico arte, los demás éramos artesanos ilustradores o rotulistas. Y sí cuando intentábamos hacer algún trabajo de nuestra creación nos lavábamos las manos y no nos salíamos del dibujo con churretes, ni dejábamos zurrapas no nos seleccionaban en ningún concurso, o bienal por provincianos que fuesen.

Entonces fue cuando a los míos, a los del oficio, se les empezó a escurrir la pintura y todo eso. Pero como antes ponían periódicos en el suelo para no manchar y se ensuciaban las manos adrede para dejar huellas se les notaba mucho que no eran de la pandilla de los artistas de verdad.

Era como cuando los pobres van de boda con el traje y la camisa requeteplanchaos, que aún parecen más pobres; o mejor, cuando por aquél entonces los chicos de barrio querían ser punkis o pijos y las rurales madres de ambos les cogían el doble de los pantalones, rotos y desgarraos en un caso; y Levis (que les planchaban siempre con raya) en el otro, por si crecían. Y claro, aún parecían más de barrio. Pero como eran los únicos que pagaban en las discotecas de moda después de hacer cola mientras entraban sin problemas y sin pagar los de los pantalones sin planchar terminaron por creerse que eran de la misma tribu urbana.

Lo mismo les ocurrió a los de los churretes medidos de mi época. Como les empezaron a admitir y seleccionar en los concursos para hacer bulto se lo terminaron creyendo y emprendieron su carrera de artistas, y como es natural, no se comieron ni una rosca.

Hasta aquí se les perdona por su juventud. Lo que ya no aguanto es a aquellos mismos, hoy cincuentones enseñándome aquel trabajo al tiempo que me dicen con falsa modestia:

-Mira, mira, lo que hacía yo a finales de los setenta...

 

1 comentario

lara -

quiero saber como dibujar manchas de pintura