Olvidada certeza.
Hoy he tenido íntima conciencia de una, de tan obvia, olvidada certeza; y es esta: hace casi cuarenta y seis años que estoy en el mundo.
Hoy, alrededor de las seis de la mañana, en un hotel de Urdós, en la Francia vecina, me ha despertado un sueño, el sueño de mi vida a cámara rápida. He abierto los ojos y me he sobrecogido con la imagen de la ladera arbolada a la luz de la luna que enmarcaba la ventana de enfrente de la cama. Sin ninguna razón para ello, me ha parecido una imagen terrible, aterradora, la imagen del implacable paso del tiempo. Lo he sentido en la carne y me he desvelado.
He pensado que hace ya más de dos años, casi tres que escribo en este estúpido blog, que hace ya diez que moría Lady Di en el puente del alma y yo dejaba París; que hace diecinueve que salí de la Casa de Velázquez de Madrid, que hace veinticinco que pintaba aparatos de feria en el polígono industrial Cobo Calleja, entre Pinto y Valdemoro, cerca de Madrid, que hace veintisiete que entraba aterrado en el cuartel de aviación para hacer la mili, que hace treinta y uno que me recomendaron no seguir en el colegio de los Escolapios de General Franco, que hace treinta y nueve que volvía con mi familia de Torremolinos y que hace unos cuarenta y tres de mis primeros recuerdos, que son paseos con mi abuela por los jardines del hospicio, hoy Diputación General de Aragón.
He pensado que dentro de muy poco me harán una inoportuna e impertinente fiesta sorpresa para festejar mis cincuenta y han pasado fugaces por mi mente todas las fiestas sorpresa para cincuentones a las que he asistido, que ya van siendo unas cuantas, y he sentido un pellizco en el alma.
6 comentarios
Gatopardo -
Nada que no se cure con los años
alicia -
j. -
Luis Augusto -
manuel allue -
Teresa -
un beso