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pepe-cerda

Negociación

Llamo a un ciudadano que tiene un cuadro mío en su empresa hace tiempo y, por una serie de circunstancias que les ahorro, no lo ha pagado, ni parece preocuparle.

Me dice por el teléfono:

-Pásate mañana por mi oficina y discutimos el precio.

Yo, me quedo atónito y mosqueao, y pienso, “cómo que discutimos el precio”, si el precio ya se lo di y no puso la más mínima objeción, ni cabe ponerla a estas alturas.

Me ha recordado un sucedido real ocurrido allá por los ochenta cuando le dejé la casa que ocupaba en la calle Prudencio a un amigo mientras yo vivía en Madrid. El piso era un tercero izquierda, qué sumándole el entresuelo y el principal se ponía en un quinto sin ascensor. Un día al amigo que le había dejado la casa le propusieron la venta de una cocina alemana de acero inoxidable y de última generación.

-Está apenas usada. Mis padres tienen que vender el piso y es una pena dejarla ahí.

Mi amigo le responde:

-Pues nada tráela mañana.

Al día siguiente el esforzado vendedor resoplaba con la cocina sobre su espalda mientras subía los interminables escalones de los cinco pisos sin ascensor. El corazón le palpitaba como si quisiese salírsele del pecho, el sudor empapaba su camisa y le escocía en los ojos. Con cadencia paquidérmica subía uno a uno, y trabajosamente, los ciento cinco pinos escalones que le llevaban hasta el comprador. Por fin en el rellano llama al timbre la puerta se abre, y mi amigo le dice al sudoroso vendedor.

-Instálala, no sea que no funcione.

El esforzado vendedor la lleva por el largo pasillo hasta la habitación dónde debía instalarse. Retira la vieja. Mi amigo le dice.

-¡Uy!,¡ Madre mía!. Que cantidad de inmundicias se acumulan debajo de las cocinas. ¡Claro cómo no se mueven nunca!. Anda pásale la fregona que para días se ve en otra.

El esforzado vendedor pasa la fregona antes de colocar la nueva cocina. La instala. Todo funciona correctamente.

Mi amigo le pregunta:

-¿Cuánto quieres por la cocina?

El esforzado:

-Dame veinte mil pesetas.

Mi amigo:

-Treinta mil te doy si te la llevas.

Y allí se quedó la cocina, y allí debe de seguir estando.

 

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