Creatividad
A una persona muy cercana a mí le han encargado dar un curso sobre creatividad.
Ahora, en esta época insensata, en el que aprender es un derecho y no un deber, como hasta hace cuatro días, el encargo me parece complejísimo, ya que la responsabilidad de que los alumnos no se enteren de lo que se les cuenta recae actualmente en el profesor. !Vaya generación la nuestra!. De "la letra con sangre entra" a "la evaluación de la capacidad de enseñar calificada por alumno".
Resulta que los alumnos que acrediten haber estado en el curso deberán conocer los íntimos y secretos resortes que activan el mecanismo que nos hace intentar emular a los dioses: la capacidad de crear. Y la persona que tiene que dar el curso deberá destripar el compacto y misterioso mecanismo que nos hace “inventar” para explicarlo por lecciones, y degradarlo a la categoría de ´”técnica”. Tal y como vienen haciendo las escuelas de “marketing” desde hace décadas. Sin darse cuenta que cuando este frágil, complejo y mitérico mecanismo se intenta desmontar ya no funciona, ni funcionará; del mismo modo que la vida no se puede explicar desde las autopsias de cadáveres, aunque lleven centenares de años diciendo lo contrario. Lo que se aprende descuartizando es de anatomía y nada de la vida que animaba aquella masa de carne y hueso antes de morir. El análisis de cualquier cosa, lo primero que produce es la parálisis, la muerte, de la cosa estudiada. Por esto, lo que los gitanos llaman duende; los poetas inspiración, los toreros gustarse en la plaza, los del Budu trance, ni se analiza ni falta que hace. La prueba de que todo esto es inextricable es la cantidad de estudios eruditos que se han escrito sobre la cuestión.
Dicho esto ( que soy consciente que va contra la enciclopedia y lo cartesiano; y por lo tanto contra la modernidad misma) voy a intentar buscar algunos lugares comunes aplicables a lo que venimos llamando “creación” desde hace cinco siglos.
- La moderna idea de “genio”, admitida hoy por todo el mundo, como aquél capaz de modificar la visión que se tenía del mundo hasta su aportación en el campo que fuere; no es más que la traducción de la idea de “Mesías” tan común en la mayoría de las religiones, es la idea “del elegido”, “del hijo de Dios”. El problema más grave que le veo a esta visón moderna es la ausencia de responsabilidad, ya que él no ha sido exactamente el autor. No ha hecho sino
dejarse llevar por la inspiración, o por el mandato divino. Como Santa Teresa.
- Otro asunto preocupante es, aunque resulte paradójico, el contrario: él y sólo él, tiene el mérito de haber tenido la idea genial (caricaturizada en la imagen de la manzana de Newton siéndole en la cabeza, olvidando lo que él mismo decía: “camino a lomos de gigantes” refiriéndose a los físicos que le habían precedido). Por lo tanto a él le corresponderá la gloría y los réditos que produzca tal idea, y cuando muera a sus herederos Olvidándose de las centenares de personas que le han ayudado a llegar hasta ella.
- La creatividad entendida como la capacidad humana de construir cosas usando los elementos que nos brinda la naturaleza es inherente a la humanidad misma.
Es una cualidad de los humanos. Es, en esencia, lo que nos diferencia de los animales. Mejorar los procesos de producción ha sido la ocupación fundamental de los humanos desde siempre. Por decirlo de otro modo: el hombre ha empleado su inteligencia, básicamente, para ahorrarse trabajo.
- La creación por excelencia: la artística, es la que intenta recrear por medios artificiales lo que el hombre entiende por sublime. El concepto de sublime está copiado de la naturaleza. Sublime es todo espectáculo natural que nos sobrecoge intensa, íntima y agradablemente. Es la visión del cielo una noche estrellada, el crepúsculo desde la cima de la montaña, el sonido y imagen del agua de la catarata, la infinitud del desierto, etc...Es la belleza entendida como lo contrario del mal. El artista, además de con la imitación de los sublime, juega con otro factor para conseguir el asombro de sus congéneres: este factor es la pericia, tanto manual como intelectual, para engañar a los sentidos de los observadores de su trabajo.
- La creatividad aplicada a la industria moderna se llama básicamente de dos modos: Ingeniería y Diseño. La ingeniería se ocuparía del funcionamiento eficaz de los artefactos, y el diseño de la bondad de las formas y de la ergonomía de los objetos que se proponen al mercado. El diseño debería, también, forzar al consumidor a elegir un producto determinado por su belleza en relación a otro similar; así como la ingeniería lo hará por sus mejores prestaciones con respecto a otro homólogo. Dicha esta perogrullada, diré que no se diferencia en gran cosa el modo esencial de trabajar, o mejor dicho de reflexionar, del ingeniero, del diseñador, del compositor y del artista. Lo primero que han de aprender es a dejarse llevar por las ideas más descabelladas e insensatas, llegar hasta el fondo de la sinrazón y luego intentar construir un camino razonable para llegar hasta el sitio que la locura les ha llevado. Así se ha ido a la luna por ejemplo: gracias a que Julio Verne “soñó” y contó en una novela lo imposible en su época, la NASA se empeñó en ir un siglo más tarde. La herramienta fundamental del creador es pues: la osadía.
- Hay otro tipo de moderna creatividad, la de la moda, que es muy interesante y primigenia. Me explico: las causas por los que toda una colectividad prefiere unos modos a otros, y al unísono, siguen siendo un misterio incluso en nuestros días que todo se intenta manipular y preveer. Las grandes compañías de la industria del lujo, de la cosmética y de la ropa, siguen nutriéndose para sus estrategias de producción de los informes de los cazadores de tendencias. Estos no son otra cosa que unos individuos jóvenes que viven y participan en las grandes ciudades de los fenómenos que diferencian a cada generación de la anterior. La “tendencia” hacia donde se dirigen los gustos ha de ser detectada cuanto antes para determinar la producción de objetos con que se distinguirán de sus mayores. Este tipo de creatividad coral u objetiva está perfectamente diferenciada de la creatividad individual y subjetiva del artista. No hubo un “mesias” del movimiento y estética Hippy, ni de la Punk. Y mucho antes tampoco lo hubo para el Gótico o el Románico. Fue todo un pueblo el que (del mismo modo que los bancos de sardinas) cambió de “gusto” al unísono (si se me permite emplear el término gusto, claro está, para referirme a estilos tan importantes como el Gótico o el Románico) y en relativamente muy poco tiempo( hay un libro: “Rastros de carmín”, de Greil Marcus, publicado por Anagrama que explica muy bien esta cuestión).
Esto es lo que se me ha ocurrido y a bote pronto sobre esta cuestión. Ya perdonaran.
2 comentarios
Gatopardo -
Si en ese curso sobre la creatividad es capaz de aguantarse la risa y convence a los alumnos, uno por uno, que lo suyo es creatividad, lo tiene tirado.
Pero luego habrá que aguantarles el estrapalucio que hagan con pose tribunicia de artista.¡Qué cruz!
Un abrazo maño
.
Teresa -
Yo siempre pensé que la creatividad era algo así como una necesidad, por buscarle algún parecido...