Culpa
Me culpo a mí por mis fracasos y al azar le apunto los logros.
Esta actitud que aprendí en la niñez observando la profunda y sentida modestia con que mis familiares se comportaban ante los otros me ha acompañado toda la vida. Luego supe que eso era consecuencia de haber visto y vivido una guerra, que ni empezaron, ni ganaron, ni querían volver a ver, ni a vivir. Habían visto como todos los de su clase que se atrevieron a significarse lo habían pagado carísimo. Recuerdo su actitud ante cualquiera que llevase uniforme, ante el cura, ante el empleado del banco, ante el médico, ante cualquiera que representase el poder. Los únicos que podían caminar pisando fuerte, los únicos que podían llenar de risotadas los restaurantes y entrar altivos en sus propias casas, eran los otros, los que habían ganado. Recuerdo cómo se sentaban en la mesa de la cocina de mi abuela, casi sin saludar, la pareja de la guardia civil, el médico o el cura; o todos a la vez. Y cómo mi abuela les servia de todo lo que hubiese.
Mi Madre me repetía desde niño como una letanía para que se me quedase grabado en el cerebro límbico: Hijo mío: sobre todo, tú no te des a entender.
Y resulta que no he hecho otra cosa en la vida que darme a entender. Pero siempre advertido por aquella frase de mi Madre, esperando la reacción violenta de los otros por mi atrevimiento, sabiendo que me traería complicaciones.
Ahora, ya de mayor, no puedo evitar volver a sentir esto cada vez que me atrevo a decir o a hacer.
Así ha venido siendo y así será.
Esta actitud que aprendí en la niñez observando la profunda y sentida modestia con que mis familiares se comportaban ante los otros me ha acompañado toda la vida. Luego supe que eso era consecuencia de haber visto y vivido una guerra, que ni empezaron, ni ganaron, ni querían volver a ver, ni a vivir. Habían visto como todos los de su clase que se atrevieron a significarse lo habían pagado carísimo. Recuerdo su actitud ante cualquiera que llevase uniforme, ante el cura, ante el empleado del banco, ante el médico, ante cualquiera que representase el poder. Los únicos que podían caminar pisando fuerte, los únicos que podían llenar de risotadas los restaurantes y entrar altivos en sus propias casas, eran los otros, los que habían ganado. Recuerdo cómo se sentaban en la mesa de la cocina de mi abuela, casi sin saludar, la pareja de la guardia civil, el médico o el cura; o todos a la vez. Y cómo mi abuela les servia de todo lo que hubiese.
Mi Madre me repetía desde niño como una letanía para que se me quedase grabado en el cerebro límbico: Hijo mío: sobre todo, tú no te des a entender.
Y resulta que no he hecho otra cosa en la vida que darme a entender. Pero siempre advertido por aquella frase de mi Madre, esperando la reacción violenta de los otros por mi atrevimiento, sabiendo que me traería complicaciones.
Ahora, ya de mayor, no puedo evitar volver a sentir esto cada vez que me atrevo a decir o a hacer.
Así ha venido siendo y así será.
16 comentarios
maníasmías -
eso está mucho mejor, explicarse, explayarse, un poco de raciocinio, aunque sea de esa guisa... será por eso que he echado de menos a Luis Augusto.
Io, hazte un blog urgentemente que tú tienes madera, no sé muy bien de qué, pero tienes madera.
Anónimo -
(io)
caruso -
Pues a juzgar por las majaderías que escribe en el de las 13:56, nadie lo diría. Le advierto, antes de que termine de ponerse la soga al cuello, que está pisando un terreno resbaladizo (digamos que está jugando en mi campo). Yo en su lugar lo dejaría.
Hasta otra.
Anónimo -
(io)
caruso -
Aunque a uno no le cuesta nada reconocer que es un pedante (qué le vamos a hacer), y aunque la diferencia entre este calificativo y el que yo le arrojé es escasa, me parece que, en el contexto de este blog, las referencias librescas están a la orden del día, así que si eso es todo lo que tiene que decir, su defensa es más bien roma. El uso que se haga de ellas, su pertinencia (siempre dudosa, en estos tiempos en que cualquier zoquete puede procurarse en la red una interminable ristra de citas eruditas), desmentirán a unos o a otros.
Recuerde, por otra parte, que mi comentario se dirigía al tono de sus escritos, y que una de las gracias de los textos es que siempre se puede volver a ellos.
En cuanto a eso de: créame que no es el único que relee en estos días a Azaña y Ortega, créame usted: en estos días tengo cosas mejores que hacer que releer a esos señores (sobre todo al segundo). Por cierto, otra cita que viene, creo, muy al caso: ¿sabe lo que decía Azaña: Ortega no tiene ideas, tiene ocurrencias (cito de memoria)?
Sin rencor.
(Por cierto: esta tarde me voy de vacaciones y no pienso conectarme en tres semanas. Lo digo para que no se malinterprete mi silencio.)
Sigan ustedes bien.
Anónimo -
Hay que seguir diciendo y haciendo, contestando a las zancadillas con más decir y más hacer.
Aunque el lobo siempre acecha, no creo que las "crispadas miradas" puedan hoy convertirse en cuchillos, no al menos como lo hicieron en el pasado.
(io)
Anónimo -
(io)
Pepe Cerdá -
Lo de la reacción violenta va más por el lado que lo ha entendido Caruso. Ahora mismo, y a mi edad, va siendo difícil que me den dos bofetadas, pero esto puede cambiar, no sería la primera vez. Pero veo, a menudo, las crispadas miradas de los otros. Reconozco la intencionalidad y el origen, del sin fin de zancadillas que se le pone a cualquiera, no sólo a mí, que se atreva a intentar decir o hacer, hasta que, cuando ya no necesite el apoyo de los que le zancadillean, corran, estos, prestos en socorro del vencedor.
No creo que a nadie le sorprenda, salvo a los autistas, lo que acabo de exponer. Es el pan nuestro de cada día.
Va un chiste:
¿Saben en que se parecen los artistas a los espermatozoides?. En que sólo uno de entre diez mil llega a convertirse en persona?
caruso -
Digo esto porque, aunque he leído todas las entradas (incluida la de Pepe) a la carrera, o precisamente por eso, me da la impresión de que están escritas desde lugares diferentes. A mí me gustaría pensar como Reyes y Carolina. Y no es retórica: no sólo me gusta lo que dicen sino cómo lo hacen. Sin embargo, entiendo mejor la lógica de Pepe. Será la edad u otra tara. El caso es que comparto la idea de que el azar juega en nuestras vidas un papel mucho mayor del que quisiéramos y que, efectivamente, hace falta muy poco para que la suerte pase de largo. Comparto también la sensación de que ciertos atrevimientos se castigan con violencia, aunque supongo que esto dependerá de las plazas en que lidie cada cual. Luego lo que pasa es que la edad impone sus tributos (3 menos que Pepe, no vayan a creer). La memoria, ciertas frecuentaciones y algunas lecturas (por ejemplo sobre la violencia política en tiempos de la II República) que arrimar a la crónica de la actualidad te hacen recibir afirmaciones (tal vez algo voluntaristas) como: pasaron ya en España los tiempos de las reacciones violentas con cierto escepticismo. Y respecto a la Tramuntana, qué quieren que les diga, a estas alturas uno prefiere perder la poca razón que le queda que hacer ciertos amigos.
En cuanto al miedo (a fin de cuentas Culpa no es más que una prolongación de Miedo), Pepe dejó sin contestar una pregunta que le hacía al respecto. Y la hacía porque, me parece (no es muy original: véase Jung, Sobre el fenómeno del espíritu en la ciencia y el arte), ese miedo, esa angustia, procede de la temprana constatación (tan temprana que ni si quiera hay palabras para nombrarla) de un vacío (carencia, incompletitud...) abismal y fundador. Unos lo llenan con pintura, pongamos por caso, otros lo ignoran. Pero todos le van poniendo distintas caras al miedo a medida que se acostumbran a la anterior. ¿Conocen ustedes a muchas personas que vivan de otro modo?
De ahí, me parece, la gracia de esa manía de darse a entender (digo manía porque sospecho que es un rasgo de carácter inevitable) con miedo o sin él, llueva o luzca el sol, y, sobre todo, sabiendo que nada vale la pena o que todo vale la pena (Pessoa).
Me encanta la frase de la Borgia.
Perdonen los aludidos (sobre todo si me equivoco).
Un saludo.
Reyes -
Anónimo -
(io)
Carolina -
Salud
maníasmías -
Luis Augusto -
¡Ya te vale!
Reyes -
Anónimo -
El presente es de los que dicen y hacen.
(io)