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Culpa

Me culpo a mí por mis fracasos y al azar le apunto los logros.
Esta actitud que aprendí en la niñez observando la profunda y sentida modestia con que mis familiares se comportaban ante los otros me ha acompañado toda la vida. Luego supe que eso era consecuencia de haber visto y vivido una guerra, que ni empezaron, ni ganaron, ni querían volver a ver, ni a vivir. Habían visto como todos los de su clase que se atrevieron a significarse lo habían pagado carísimo. Recuerdo su actitud ante cualquiera que llevase uniforme, ante el cura, ante el empleado del banco, ante el médico, ante cualquiera que representase el poder. Los únicos que podían caminar pisando fuerte, los únicos que podían llenar de risotadas los restaurantes y entrar altivos en sus propias casas, eran los otros, los que habían ganado. Recuerdo cómo se sentaban en la mesa de la cocina de mi abuela, casi sin saludar, la pareja de la guardia civil, el médico o el cura; o todos a la vez. Y cómo mi abuela les servia de todo lo que hubiese.
Mi Madre me repetía desde niño como una letanía para que se me quedase grabado en el cerebro límbico: “Hijo mío: sobre todo, tú no te des a entender”.
Y resulta que no he hecho otra cosa en la vida que “darme a entender”. Pero siempre advertido por aquella frase de mi Madre, esperando la reacción violenta de los otros por mi atrevimiento, sabiendo que me traería complicaciones.
Ahora, ya de mayor, no puedo evitar volver a sentir esto cada vez que me atrevo a decir o a hacer.
Así ha venido siendo y así será.

16 comentarios

maníasmías -

que bonito!
eso está mucho mejor, explicarse, explayarse, un poco de raciocinio, aunque sea de esa guisa... será por eso que he echado de menos a Luis Augusto.
Io, hazte un blog urgentemente que tú tienes madera, no sé muy bien de qué, pero tienes madera.

Anónimo -

¿Acaso tenemos aquí a Azaña redivivo?. Nadie lo diría a tenor de sus escritos, pero nunca se sabe. Picajoso, eso sí, es un rato. ¿Qué quiere usted decir con lo de "mi campo"?. ¿Se refiere a la Scala?. Me aterra usted. Además, ¿no se iba ya de vacaciones?. Ilumínenos, po favor, con la asombrosa sabiduría que al tenor de su advertencia es capaz de destilar, y de la cual hasta el momento no hemos tenido noticia.

(io)

caruso -

A Io de nuevo:

Pues a juzgar por las majaderías que escribe en el de las 13:56, nadie lo diría. Le advierto, antes de que termine de ponerse la soga al cuello, que está pisando un terreno resbaladizo (digamos que está jugando en mi campo). Yo en su lugar lo dejaría.
Hasta otra.

Anónimo -

Siento haberle sobrevalorado, suponiéndolo en trance de relectura de nuestra fallida experiencia republicana. Parece natural, por otro lado, caro tenor, que se preocupe usted por el "tono". Yo prefiero fijarme en el contenido.

(io)

caruso -

Veamos, Io...

Aunque a uno no le cuesta nada reconocer que es un pedante (qué le vamos a hacer), y aunque la diferencia entre este calificativo y el que yo le arrojé es escasa, me parece que, en el contexto de este blog, las referencias librescas están a la orden del día, así que si eso es todo lo que tiene que decir, su defensa es más bien roma. El uso que se haga de ellas, su pertinencia (siempre dudosa, en estos tiempos en que cualquier zoquete puede procurarse en la red una interminable ristra de citas eruditas), desmentirán a unos o a otros.

Recuerde, por otra parte, que mi comentario se dirigía al tono de sus escritos, y que una de las gracias de los textos es que siempre se puede volver a ellos.

En cuanto a eso de: “créame que no es el único que relee en estos días a Azaña y Ortega”, créame usted: en estos días tengo cosas mejores que hacer que releer a esos señores (sobre todo al segundo). Por cierto, otra cita que viene, creo, muy al caso: ¿sabe lo que decía Azaña: “Ortega no tiene ideas, tiene ocurrencias” (cito de memoria)?

Sin rencor.

(Por cierto: esta tarde me voy de vacaciones y no pienso conectarme en tres semanas. Lo digo para que no se malinterprete mi silencio.)

Sigan ustedes bien.

Anónimo -

Debo confesar mi amor por Pessoa y su refinada polifonía de voces interiores, que no se me entienda mal.

Hay que seguir diciendo y haciendo, contestando a las zancadillas con más decir y más hacer.

Aunque el lobo siempre acecha, no creo que las "crispadas miradas" puedan hoy convertirse en cuchillos, no al menos como lo hicieron en el pasado.

(io)

Anónimo -

A pesar de haber sido declarado exento, de que pienso que en mis comentarios procedo de manera vehemente al más decidido strip-tease del pensamiento (que es el que de verdad importa a estos efectos), y de que creo haber hecho pública mi edad aproximada en anteriores intervenciones, son 29 los años de este "marisabidillo" (sepa usted, gran tenor, que no es lo peor que me han llamado desde este blog). En cualquier caso, bienvenido al club tras citar en un sólo comentario sus enjundiosas lecturas sobre nuestra IIª República (créame que no es el único que relee en estos días a Azaña y Ortega), además de Jung y Pessoa.

(io)

Pepe Cerdá -

Mis queridos contertulios:

Lo de la “reacción violenta” va más por el lado que lo ha entendido Caruso. Ahora mismo, y a mi edad, va siendo difícil que me den dos bofetadas, pero esto puede cambiar, no sería la primera vez. Pero veo, a menudo, las crispadas miradas de los otros. Reconozco la intencionalidad y el origen, del sin fin de zancadillas que se le pone a cualquiera, no sólo a mí, que se atreva a intentar decir o hacer, hasta que, cuando ya no necesite el apoyo de los que le zancadillean, corran, estos, prestos en socorro del vencedor.
No creo que a nadie le sorprenda, salvo a los autistas, lo que acabo de exponer. Es el pan nuestro de cada día.

Va un chiste:
“¿Saben en que se parecen los “artistas” a los espermatozoides?. En que sólo uno de entre diez mil llega a convertirse en persona?

caruso -

Sólo por curiosidad, me gustaría que los autores de los comentarios anteriores hicieran un pequeño striptease y confesaran su edad. Me refiero a Reyes, Luis Alberto y Carolina. Io queda exento, ya que su desbordante energía, el recurso más que frecuente a términos como “revolución” (que, por cierto, contrasta con su reciente llamada a la ortodoxia ortográfica) y el tono apocalíptico (o marisabidillo) de algunas de sus intervenciones delatan su corta edad.

Digo esto porque, aunque he leído todas las entradas (incluida la de Pepe) a la carrera, o precisamente por eso, me da la impresión de que están escritas desde “lugares” diferentes. A mí me gustaría pensar como Reyes y Carolina. Y no es retórica: no sólo me gusta lo que dicen sino cómo lo hacen. Sin embargo, entiendo mejor la lógica de Pepe. Será la edad u otra tara. El caso es que comparto la idea de que el azar juega en nuestras vidas un papel mucho mayor del que quisiéramos y que, efectivamente, hace falta muy poco para que “la suerte pase de largo”. Comparto también la sensación de que ciertos “atrevimientos” se castigan con violencia, aunque supongo que esto dependerá de las plazas en que lidie cada cual. Luego lo que pasa es que la edad impone sus tributos (3 menos que Pepe, no vayan a creer). La memoria, ciertas frecuentaciones y algunas lecturas (por ejemplo sobre la violencia política en tiempos de la II República) que “arrimar” a la crónica de la actualidad te hacen recibir afirmaciones (tal vez algo voluntaristas) como: “pasaron ya en España los tiempos de las reacciones violentas” con cierto escepticismo. Y respecto a la Tramuntana, qué quieren que les diga, a estas alturas uno prefiere perder la poca razón que le queda que hacer ciertos amigos.

En cuanto al miedo (a fin de cuentas “Culpa” no es más que una prolongación de “Miedo”), Pepe dejó sin contestar una pregunta que le hacía al respecto. Y la hacía porque, me parece (no es muy original: véase Jung, “Sobre el fenómeno del espíritu en la ciencia y el arte”), ese miedo, esa angustia, procede de la temprana constatación (tan temprana que ni si quiera hay palabras para nombrarla) de un vacío (carencia, incompletitud...) abismal y fundador. Unos lo llenan con pintura, pongamos por caso, otros lo ignoran. Pero todos le van poniendo distintas caras al miedo a medida que se acostumbran a la anterior. ¿Conocen ustedes a muchas personas que vivan de otro modo?

De ahí, me parece, la gracia de esa manía de “darse a entender” (digo “manía” porque sospecho que es un rasgo de carácter inevitable) con miedo o sin él, llueva o luzca el sol, y, sobre todo, sabiendo que “nada vale la pena” o que “todo vale la pena” (Pessoa).

Me encanta la frase de la Borgia.

Perdonen los aludidos (sobre todo si me equivoco).

Un saludo.

Reyes -

Como casi siempre don José, tienes razón. Mira la que se ha organizado al hilo de tus reflexiones sobre la culpa...

Anónimo -

¿Cómo que no se nos puede contestar?. ¿Para qué sirven entonces estos cuadros de diálogo?. ¿Habrá que recordar que Sócrates o Antonio Blay jamás escribieron una línea, y sólo a través del aprendizaje de sus contertulios han llegado sus ideas hasta nuestros días?. ¿Por qué en este país se confunde sano debate y sincera disensión con animadversión personal?. Para eso está el intercambio de puntos de vista y de experiencias vitales que, en última instancia, puede llevarnos también a cambiar nuestras opiniones, igual que caducan y se regeneran nuestras células.

(io)

Carolina -

Dicen los viejos en el Alt Ampordà, que cuando sopla la Tramuntana tienes dos opciones: ser su amigo y dejarte llevar o maldecirla y perder la razón. Hace calor, es lo mismo. Igual de sutil, más peligroso. Todo pasa.
Salud

maníasmías -

pepe es idea mía o la gente entra en tu blog para acribillarte? La gente o bien se aburre mucho o te tienen mucha manía (y perdón por citarme amí mismo). Que abran un blog, o que pongan su mail, porque además constato que no se les puede contestar, ni hay manera de saber si tienen algo que decir. Lo de LuisAugusto me recuerda a un chiste que no voy a contar porque es muy malo. Es acojonante la cantidad de gente que hay practicando (todavía) el deporte nacional. Hayquever, hayquever, hayquever.

Luis Augusto -

De acuerdo con Io y con Reyes.
¡Ya te vale!

Reyes -

Mi querido don José: yo me culpo a mí por mis fracasos y mis logros. Al azar no le apunto nada. Efectivamente; desde que te conozco, no has hecho otra cosa que "darte a entender", sin perjuicio de que tengo la sensación de que nunca has terminado de entenderte. ¿Qué es eso de la "reacción violenta de los otros"? Por mucho que algunos se empeñen, o que incluso en el fondo lo deseen, pasaron ya en España los tiempos de las reacciones violentas. Tú eres buena prueba de ello, provocador.

Anónimo -

-"Recuerdo cómo se sentaban (...) y cómo (...)".

El presente es de los que dicen y hacen.

(io)