Hay una cosa que me exaxpera...
Hay una cosa que me exaspera:
Y es la ridícula parsimoniosa lentitud con que aparcan los dueños de los coches que se han venido llamando últimamente grandes turismos de importación ; vamos, lo que antes se llamaba haigas, por aquello de: -Quiero el coche más grande que haiga, con el que festejaban los veinticinco años de paz los desertores del arado convertidos en protoconstructores, allá por los sesenta.
Hoy, los hijos de estos, ya en la cincuentena, y otros muchos que se les sumaron en la transición, siguen gustando de los grandes vehículos de tracción mecánica, pero, al igual que aquellos, tampoco los terminan de llenar. Hay algo disonante entre continente y contenido. Y es que; la elegancia consiste, fundamentalmente, en saber llevar las prendas y las prótesis mecánicas con naturalidad, y por supuesto moverse con ellas y en ellas con soltura y un puntito de desdén.
Y nada mas alejado de esto que la cara enrojecida y amoratada de nuestro piloto de Mercedes seiscientos plateao, estirándose hacia el retrovisor, al tiempo que se estrangula con el cinturón de seguridad, escudriñando con concentrada avidez la distancia que le queda, no sea que vaya a rayar el encerado coche. A veces, en el colmo del paroxismo, se baja la señora, perfectamente cardada y mechada, a indicarle: -un poquito más, ¡vale!, ¡vale!. Y uno detrás, esperando pacientemente con cara de circunstancias y asistiendo a este penoso espectáculo.
Este país no será auténticamente un país del primer mundo hasta que nuestros ricos sepan llevar los trajes y los coches con naturalidad. Esa cara de máxima concentración cuando se está haciendo algo, en principio simple, viene a ser como sacar la lengua por la comisura de los labios cuando se escribe o dibuja (por cierto ahora que lo digo he sorprendido a alguno en este trance aparcando), este nimio gesto explica al observador mucho más que un test psicotécnico del sujeto de la acción. Y así no hay manera de que nos tomen en serio por ahí, en el extranjero, en plena sociedad de la imagen y del analgésico.
Y es la ridícula parsimoniosa lentitud con que aparcan los dueños de los coches que se han venido llamando últimamente grandes turismos de importación ; vamos, lo que antes se llamaba haigas, por aquello de: -Quiero el coche más grande que haiga, con el que festejaban los veinticinco años de paz los desertores del arado convertidos en protoconstructores, allá por los sesenta.
Hoy, los hijos de estos, ya en la cincuentena, y otros muchos que se les sumaron en la transición, siguen gustando de los grandes vehículos de tracción mecánica, pero, al igual que aquellos, tampoco los terminan de llenar. Hay algo disonante entre continente y contenido. Y es que; la elegancia consiste, fundamentalmente, en saber llevar las prendas y las prótesis mecánicas con naturalidad, y por supuesto moverse con ellas y en ellas con soltura y un puntito de desdén.
Y nada mas alejado de esto que la cara enrojecida y amoratada de nuestro piloto de Mercedes seiscientos plateao, estirándose hacia el retrovisor, al tiempo que se estrangula con el cinturón de seguridad, escudriñando con concentrada avidez la distancia que le queda, no sea que vaya a rayar el encerado coche. A veces, en el colmo del paroxismo, se baja la señora, perfectamente cardada y mechada, a indicarle: -un poquito más, ¡vale!, ¡vale!. Y uno detrás, esperando pacientemente con cara de circunstancias y asistiendo a este penoso espectáculo.
Este país no será auténticamente un país del primer mundo hasta que nuestros ricos sepan llevar los trajes y los coches con naturalidad. Esa cara de máxima concentración cuando se está haciendo algo, en principio simple, viene a ser como sacar la lengua por la comisura de los labios cuando se escribe o dibuja (por cierto ahora que lo digo he sorprendido a alguno en este trance aparcando), este nimio gesto explica al observador mucho más que un test psicotécnico del sujeto de la acción. Y así no hay manera de que nos tomen en serio por ahí, en el extranjero, en plena sociedad de la imagen y del analgésico.
5 comentarios
Nicolás -
Gatopardo -
Sea simplemente bilioso como un conductor, esta lectora le da permiso.
Miguel -
Anónimo -
Ridiela!qu´he puesto 5 y no má cargao el brillante comentario!
(io)
yuca -