Arte y vida
En esta cultura del analgésico en la que vivimos todo lo que no es saludable debe esconderse, no sea que nos comencemos a plantear la futilidad de todo esto y empecemos a gastarnos los planes de pensiones.
Por esto ha sido excepcional la visión de la agonía en directo del último gran príncipe, el Príncipe de la iglesia, nuestro Papa.
La foto, desde el punto de vista plástico, es impresionante, a la altura del Inocencio X de Velázquez, de los mejores Francis Bacon, del mejor Munch, y además lo que vemos es real, no figurado, como en el caso del arte.
Esta imagen es uno de los mejores retratos, de la muerte y del príncipe, que se han hecho jamás. Algo parecido, como imagen, a la capilla sixtina del arte conceptual, las imágenes del atentado contra las torres gemelas. Ambas, además de trágicas y de gran belleza plástica, estaban ocurriendo cuando las vimos. Ello hace que su potencia, ya por sí misma colosal, se amplifique conceptualmente.
Esto hace plantearme, una vez más, la vigencia de la pintura como vehículo capaz de transmitir emociones, vistas o soñadas; concretas o inconcretas. Y al tiempo no puedo apartar la vista de esta foto.
Por esto ha sido excepcional la visión de la agonía en directo del último gran príncipe, el Príncipe de la iglesia, nuestro Papa.
La foto, desde el punto de vista plástico, es impresionante, a la altura del Inocencio X de Velázquez, de los mejores Francis Bacon, del mejor Munch, y además lo que vemos es real, no figurado, como en el caso del arte.
Esta imagen es uno de los mejores retratos, de la muerte y del príncipe, que se han hecho jamás. Algo parecido, como imagen, a la capilla sixtina del arte conceptual, las imágenes del atentado contra las torres gemelas. Ambas, además de trágicas y de gran belleza plástica, estaban ocurriendo cuando las vimos. Ello hace que su potencia, ya por sí misma colosal, se amplifique conceptualmente.
Esto hace plantearme, una vez más, la vigencia de la pintura como vehículo capaz de transmitir emociones, vistas o soñadas; concretas o inconcretas. Y al tiempo no puedo apartar la vista de esta foto.
12 comentarios
Anónimo -
Anónimo -
(io)
Cide -
Nicolás -
Y poco más puedo añadir ya a lo que se ha comentado más arriba... resulta escandaloso que esta agonía y muerte ocupe tanto lugar en los llamados "medios de comunicación", mientras que la agonía y muerte de, por ejemplo, todos los que mueren de hambre, no ocupe ya ni un segundo. Por eso, y para no seguir contribuyendo a ese escándalo, ya me callo.
mena -
Todo el mundo no es igual, claro.
Anónimo -
(io)
Mariano Ibeas -
Mariano Ibeas
Delfín -
Este sensacionalismo es en algún aspecto bastante católico. De tradición barroca y contrarreformista. Transmite la apología del sufrimiento, el sentido escatológico de la muerte, la idea del martirio como mérito. Si el Vaticano y el propio Papa lo han querido mostrar así, según parece, que no nos pidan compasión. Pero si además se está cayendo en la vulgar competencia propagandística para ocupar pantallas y horas de emisión, esto no tiene -por decirlo en su lenguaje- perdón de Dios.
Marcel·lí -
Los medios suben sus cuotas de audiencia y venta gracias a que la gente se interesa para ver cuándo definitivamente "traspasa" y para la iglesia supone una gran publicidad gratis.
Luis -
María -
El Papa se muere, como millones de personas mueren cada día sin que nadie les preste ninguna atención. Pero el Papa se muere encuadrado por el objetivo de una cámara, rodeado de médicos especialistas, de la plana mayor de la Iglesia católica, de millones de feligreses. Otros mueren en la más absoluta soledad, en la más absoluta miseria. Y supongo que ellos también son hijos de Dios. Aunque quizá sean en realidad los hijos putativos de Dios.
Teresa -