Dios es el verbo
A la vez que comenzamos a hablar, aprendimos a dialogar con nosotros mismos viendo charlar a los otros. Es como todo lo cognitivo un proceso de imitación. ¿Pero cuando hablamos con nosotros mismos, quien de los dos es uno; el que habla o el que escucha?. ¿Quién con tanta autoridad nos recrimina o nos ensalza?. O si decidimos ser el que interroga ¿a quién nos dirigimos cuando preguntamos?; ¿quién responde?. Cada uno de nosotros ¿cuántos es?.
El lenguaje es el instrumento que empleamos para pensar. Pero el lenguaje no representa el mundo, ni siquiera se representa a sí mismo. Parece ser que el lenguaje se ha empleado fundamentalmente para mentir, para seducir, para enmascarar; pero para decir la verdad se muestra tanto más ineficaz cuanto más complejo, o culto, es.
Esto se complica aún más si se habla otro idioma distinto al materno, y pasamos una temporada en un país donde se hable. A partir de un determinado momento nos sorprendemos pensando ( es decir hablando con nosotros) en este idioma. Cuando esto ocurre se puede decir que ya somos otros dos más. El que habla en castellano, el que escucha en castellano; el que habla en francés y el que escucha en francés. ( A estos habría que añadirles las combinaciones y permutaciones de todos ellos). Ya no me quiero ni imaginar como es la cuestión de los políglotas (tengo algún amigo que habla cinco idiomas) que vendrá a ser como tener un par de equipos de fútbol dentro de la cabeza.
Creo que eso que llaman alteridad consiste más o menos en esto, en la condición de ser otros charlando entre sí. Vamos que viene a ser eso que antes se llamaba (aunque ahora sea políticamente incorrecto decirlo) una merienda de negros. A más parloteo, mayor confusión.
Por esto Lerrux le acusó a Madariaga de ser tonto en cinco idiomas.
Y creo que también van por ahí los tiros cuando nos dicen que Dios es el verbo.
El lenguaje es el instrumento que empleamos para pensar. Pero el lenguaje no representa el mundo, ni siquiera se representa a sí mismo. Parece ser que el lenguaje se ha empleado fundamentalmente para mentir, para seducir, para enmascarar; pero para decir la verdad se muestra tanto más ineficaz cuanto más complejo, o culto, es.
Esto se complica aún más si se habla otro idioma distinto al materno, y pasamos una temporada en un país donde se hable. A partir de un determinado momento nos sorprendemos pensando ( es decir hablando con nosotros) en este idioma. Cuando esto ocurre se puede decir que ya somos otros dos más. El que habla en castellano, el que escucha en castellano; el que habla en francés y el que escucha en francés. ( A estos habría que añadirles las combinaciones y permutaciones de todos ellos). Ya no me quiero ni imaginar como es la cuestión de los políglotas (tengo algún amigo que habla cinco idiomas) que vendrá a ser como tener un par de equipos de fútbol dentro de la cabeza.
Creo que eso que llaman alteridad consiste más o menos en esto, en la condición de ser otros charlando entre sí. Vamos que viene a ser eso que antes se llamaba (aunque ahora sea políticamente incorrecto decirlo) una merienda de negros. A más parloteo, mayor confusión.
Por esto Lerrux le acusó a Madariaga de ser tonto en cinco idiomas.
Y creo que también van por ahí los tiros cuando nos dicen que Dios es el verbo.
0 comentarios