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pepe-cerda

Navidad

Hoy ya saben lo que es.
Boca seca, acidez, la garganta destrozada, empacho...
Esto de celebrar las fiestas comiendo viene e otros tiempos, de cuando la ingesta de proteínas era escasa y el trabajo físico mucho. Pero ahora es una tortura.
Ayer, más por detener una hora la ingesta que por devoción, asistí con mi sobrino, a misa de gallo en el pueblo. El cura Juan, que es amigo mío y al que aprecio sinceramente, me había, como muchos otros, enviado un par de mensajes al móvil, felicitándome la navidad. Esto, unido a que no le había visto nunca celebrar, termino de decidirme.
A las doce de la noche, comenzó, puntual, la misa. La liturgia tuvo algunas variantes respecto a las que yo recordaba. Lo de darse fraternalmente la paz, no sé si por ser navidad, o por que, ha cambiado, ha sido sustituido por abrazarse. Cuando yo le tendí, inocente, la mano a una gruesa señora con abrigo de astracán que olía a naftalina, fui súbitamente abordado por detrás por otra que me abrazo como si de nuestro último oso pirenaico se tratara. Esto hizo que me arqueara un poco hacia atrás. Momento que aprovechó la del astracán y la naftalina para abalanzarse hacia mí. Yo intente corresponderle y como era bajita tuve que agacharme; pero como tenía todavía asida al cuello a la que atacó por la retaguardia. La levante del suelo. La señora al notar que no hacía pie, comenzó a aferrarse cada vez mas fuerte a mi gaznate, al tiempo que profería grititos histéricos. Instintivamente me arqueé hacia atrás para volver a depositar en el suelo a la de los grititos. Lo que hizo que levantara a la de la naftalina. Y vuelta a empezar.
La cosa duró unos segundos que a mi me parecieron lustros. Yo me había situado, discretamente, en uno de los últimos bancos y el rifirrafe había captado la atención del resto de los parroquianos, que miraban entre atónitos y reprobadores la escena.
Tras recomponer la compostura. La cosa siguió sin más incidentes.
Al terminar nos invitaron a una copa de cava en la sacristía y para casa.

1 comentario

De Antón -

Pepiño:
1. Qué maravilla que hayas sobrevivido a tu propia cena. Me han dicho que eres el Arzak y el Ferràn Adrià de Villamayor. Sólo incrementas, día a día, el patrimonio de tus virtudes.
2. Qué bonito que hayas ido a misa de Gallo con tu sobrino. él tendrá una historia que contar en el futuro y tú habrás quedado de puta madre con el cura. Qué detalle tan bonito que te mande un mensaje: ahí había una invitación implícita a la mejor misa de todo el año. Una misa con empacho, o una micha tras el empacho.
3. Y gracias por el relato. Siempre encuentras un poco de humor y ternura a tu paso. Esa señor te reconoció -"¿no eras tú aquel de que: tú pintas en surrealista o al óleo?"- y quiso hacerte un homenaje con un gesto muy teatral. Pepe Cerdá no debe pasar inadvertido nunca...

Cúidate, colibrí del arte, narrador de las mil y una noches en las afueras de Zaragoza. Y cuida esa casa encantada llena de cuadros. Antón