Turista titulado
Ayer estuve en la inauguración de una exposición en el colegio de arquitectos (de esas con liturgia: presentación del arquitecto y palabras de autoridades...). Afortunadamente llegué tarde y pude quedarme en la puerta, circunstancia que aproveché para escabullirme con un par de amigotes al bar de enfrente. Se nos sumo un ciudadano acababa de venir de Chicago y hablaba de la ciudad como suelen hacerlo los arquitectos. Hablaba de los edificios de Mies, de los de la escuela de Chicago, de, a su entender, un irrespetuoso edificio de Bofil edificado al lado del de Mies. De la recién inaugurada escultura de mi amigo Plensa. Y así iba pasando el rato e iban concluyendo los panegiristas del arquitecto difunto cuyas obras exponían.
Después comenzó a hablar de París, de la gran biblioteca, de Perrault, de Nouvel, de Ponsampac..Y dale que te pego otra vez con la pedalina. Yo le dije que había vivido allí unos años. Y me replicó al instante: ¡ Y como se te ocurrió volver!, ¡A esta ciudad!...
Pensé unos instantes que contestarle, estaba claro que no podía ser sincero. Resulta que él instalado en la municipalidad tenia una idea clara del mundo y sus ciudades porque se había gastado los moscosos en visitarlas, y porque hablaba de los grandes arquitectos utilizando su nombre de pila (que viene a ser, como si yo llamara a Picasso; Pablito).
No podía decirle que el París que él suponía no existe, ni existió jamás. Que fue una de las mejores operaciones de marqueting de todos los tiempos, que solo existe en el ideario de miles de personas cultas repartidas por todo el mundo. Y que sigue existiendo en la medida en que estas personas sigan hablando de la ciudad sin conocerla. Y sólo después de que exista en la fantasía, es la propia ciudad la que se disfraza para no defraudar a los turistas. Es exactamente lo mismo que Disneylandia, pero para mayores. Por eso Eurodisney, está allí. No le dije que volví porque no me daba la gana trabajar de pato Donald para que él pudiese hacerse una foto con su señora y niños, y los libros de Proust, a mi vera.
Que volví para instalarme en la realidad. Él ,como todo buen funcionario prefiere seguir soñando, y yo no soy quién para despertar a nadie..
Le conteste con cuatro perogrulladas sobre el arte, las ciudades y el centro del mundo y volvimos a la exposición. Y todo el mundo tan contento.
Después comenzó a hablar de París, de la gran biblioteca, de Perrault, de Nouvel, de Ponsampac..Y dale que te pego otra vez con la pedalina. Yo le dije que había vivido allí unos años. Y me replicó al instante: ¡ Y como se te ocurrió volver!, ¡A esta ciudad!...
Pensé unos instantes que contestarle, estaba claro que no podía ser sincero. Resulta que él instalado en la municipalidad tenia una idea clara del mundo y sus ciudades porque se había gastado los moscosos en visitarlas, y porque hablaba de los grandes arquitectos utilizando su nombre de pila (que viene a ser, como si yo llamara a Picasso; Pablito).
No podía decirle que el París que él suponía no existe, ni existió jamás. Que fue una de las mejores operaciones de marqueting de todos los tiempos, que solo existe en el ideario de miles de personas cultas repartidas por todo el mundo. Y que sigue existiendo en la medida en que estas personas sigan hablando de la ciudad sin conocerla. Y sólo después de que exista en la fantasía, es la propia ciudad la que se disfraza para no defraudar a los turistas. Es exactamente lo mismo que Disneylandia, pero para mayores. Por eso Eurodisney, está allí. No le dije que volví porque no me daba la gana trabajar de pato Donald para que él pudiese hacerse una foto con su señora y niños, y los libros de Proust, a mi vera.
Que volví para instalarme en la realidad. Él ,como todo buen funcionario prefiere seguir soñando, y yo no soy quién para despertar a nadie..
Le conteste con cuatro perogrulladas sobre el arte, las ciudades y el centro del mundo y volvimos a la exposición. Y todo el mundo tan contento.
3 comentarios
Teresa -
por cierto, no se como he caido aquí, pero me gusta mucho este lugar.
Luis Augusto -
Salud y besos
Anónimo -
Los que no salimos de aquí, o simplemente somos de aquí, miramos para todos sitios con la baba colgando hacia arriba. Y esa baba nos tapa los ojos.