Chirico
Hay algunos grandes artistas plásticos, capaces de crear parte de nuestro imaginario, que en un momento determinado de sus vidas han intentado hacer pintura y sólo pintura. Insisto: pintura y no imágenes, que es cosa distinta. Pintura: es un modo de ser de la materia capaz de figurar cualesquiera cosa. Por entendernos pintura es lo que hicieron Rubens, Velázquez y Ticiano; y más recientemente Tapiés o Morandi. Imágenes son lo que hicieron: El Bosco o Archimboldo; y más recientemente Magritte, Dalí o Chirico. Una "imagen" puede estar pesimamente pintada y ser una obra de arte absoluta y una "pintura" puede tener una factura excelsa y ser una horterada. De lo que se trata es que el medio y el contenido estén en exacto equilibrio.
Algunos de los creadores de las más nuevas imágenes han intentado pasar de un mundo al otro (del imaginario al pictural, estoy pensando en Picabia y en Chirico) y este fenómeno ha producido que hayan sido rechazados en ambos ámbitos.
Últimamente ando leyendo la autobiografía de Giorgio de Chirico. Gran parte de ella está destinada a defenderse del ataque del que es objeto, a su entender, por la crítica de su época a causa de haber abandonado la pintura metafísica para abrazar el clasicismo. Él se refiere constantemente a sí mismo como el más grande artista vivo, algo que también lo hace Dalí. Otro rasgo común en ambos ( que comparten también una notable capacidad para explicarse por escrito ).es que ocultan su misoginia alabando exageradamente a sus compañeras-marchantes-madres. Se saben tan débiles que sólo desde la magnificación de su mundo pueden sobrevivir. No pueden despertar, no lo resistirían. Lo que tampoco pueden es mirarse a sí mismos y a su obra con franqueza, o como mínimo con humor. Sólo así se explica la gran cantidad de bodrios que hicieron ambos cuando salieron del paraguas del último padre-castrador André Breton. Vamos, que cuando dejaron de hacer los deberes, lo que les mandaba papá y lo sustituyeron por su señora, ( más capacitada para ver la realidad, o lo que es lo mismo el mercado próximo; más interesada en el confort que en el arte; más sabedora de los íntimos miedos de su niño)que les animaba a hacer un trabajo más legible, más burgués.
Y es que la fe en uno mismo puede sólo provenir de tres fuentes: de la estupidez o la locura, (en primer lugar); del padre o sus sinónimos: dios, el general, Lenin, Nietzche, Apolo, (en segundo lugar); y de la Madre y sus sinónimos: el halago, el calor, la protección, Eros..., (en tercer lugar).
A mí me produce un gran asombro que en nuestros días a la ausencia de fe en uno mismo, (prueba a mi juicio de inteligencia o como mínimo de discernimiento) se la considere, mayoritariamente un defecto, una minusvalía. Se explica porque la fe sigue siendo uno de los motores de las sociedades modernas: la fe en el progreso, (en el crédito, en el porvenir); es una de las obligaciones inexcusables de todo ser sometido a civilización.
Explica, también, bastante a Giorgio de Chirico su formación en Munich y sus lecturas adolescentes de Niezsche, Schoenhauer y Weiminger. Y no menos, su encuentro temprano en París con Gillaume Apollinaire, (el Edisón de los artistas, el gerente de la oficina de patentes, este hombre se invento prácticamente todo lo que después se llamará Vanguardias Históricas). Después fue llamado como socio de honor, como no podía ser de otra manera, al grupo Surrealista.
Envalentonado por su cadena de éxitos plásticos y mediáticos decidió volar solo. Descubrió los cuadros de Rubens y Ticiano, y cayo en la cuenta que aplicar la idea de progreso al arte es en si mismo un oxímoron. Se puso a trabajar en ese sentido, y creó (como no podía ser de otra manera) el movimiento neo-barroco. Y produjo una serie de cromos relamidos que no hay por donde cogerlos. ( exceptuando la serie de autorretratos, que como a todos los que tienen el ego desproporcionado, le quedaban bastante bien). Y es que ni Niezsche, ni Schoenhauer, ni Weiminger, ni Apollinaire, ni Bretón, le explicaron que para pintar bien hay que saber.
Algunos de los creadores de las más nuevas imágenes han intentado pasar de un mundo al otro (del imaginario al pictural, estoy pensando en Picabia y en Chirico) y este fenómeno ha producido que hayan sido rechazados en ambos ámbitos.
Últimamente ando leyendo la autobiografía de Giorgio de Chirico. Gran parte de ella está destinada a defenderse del ataque del que es objeto, a su entender, por la crítica de su época a causa de haber abandonado la pintura metafísica para abrazar el clasicismo. Él se refiere constantemente a sí mismo como el más grande artista vivo, algo que también lo hace Dalí. Otro rasgo común en ambos ( que comparten también una notable capacidad para explicarse por escrito ).es que ocultan su misoginia alabando exageradamente a sus compañeras-marchantes-madres. Se saben tan débiles que sólo desde la magnificación de su mundo pueden sobrevivir. No pueden despertar, no lo resistirían. Lo que tampoco pueden es mirarse a sí mismos y a su obra con franqueza, o como mínimo con humor. Sólo así se explica la gran cantidad de bodrios que hicieron ambos cuando salieron del paraguas del último padre-castrador André Breton. Vamos, que cuando dejaron de hacer los deberes, lo que les mandaba papá y lo sustituyeron por su señora, ( más capacitada para ver la realidad, o lo que es lo mismo el mercado próximo; más interesada en el confort que en el arte; más sabedora de los íntimos miedos de su niño)que les animaba a hacer un trabajo más legible, más burgués.
Y es que la fe en uno mismo puede sólo provenir de tres fuentes: de la estupidez o la locura, (en primer lugar); del padre o sus sinónimos: dios, el general, Lenin, Nietzche, Apolo, (en segundo lugar); y de la Madre y sus sinónimos: el halago, el calor, la protección, Eros..., (en tercer lugar).
A mí me produce un gran asombro que en nuestros días a la ausencia de fe en uno mismo, (prueba a mi juicio de inteligencia o como mínimo de discernimiento) se la considere, mayoritariamente un defecto, una minusvalía. Se explica porque la fe sigue siendo uno de los motores de las sociedades modernas: la fe en el progreso, (en el crédito, en el porvenir); es una de las obligaciones inexcusables de todo ser sometido a civilización.
Explica, también, bastante a Giorgio de Chirico su formación en Munich y sus lecturas adolescentes de Niezsche, Schoenhauer y Weiminger. Y no menos, su encuentro temprano en París con Gillaume Apollinaire, (el Edisón de los artistas, el gerente de la oficina de patentes, este hombre se invento prácticamente todo lo que después se llamará Vanguardias Históricas). Después fue llamado como socio de honor, como no podía ser de otra manera, al grupo Surrealista.
Envalentonado por su cadena de éxitos plásticos y mediáticos decidió volar solo. Descubrió los cuadros de Rubens y Ticiano, y cayo en la cuenta que aplicar la idea de progreso al arte es en si mismo un oxímoron. Se puso a trabajar en ese sentido, y creó (como no podía ser de otra manera) el movimiento neo-barroco. Y produjo una serie de cromos relamidos que no hay por donde cogerlos. ( exceptuando la serie de autorretratos, que como a todos los que tienen el ego desproporcionado, le quedaban bastante bien). Y es que ni Niezsche, ni Schoenhauer, ni Weiminger, ni Apollinaire, ni Bretón, le explicaron que para pintar bien hay que saber.
2 comentarios
e. -
me has llamado la atención y mucho. lo último que es éste blog es el sinónimo de lo que yo entiendo por "blog", osea pretensión.
Luis -
En este punto estamos de acuerdo y por ello, porque soy un admirador de Antonio Ligabue compre algún que otro cuadro en el sítano de "El café de la Infanta".
2) La fe en uno mismo puede sólo provenir de tres fuentes: de la estupidez o la locura.
Cuando yo decía cosas así en Latinoamerica, la gente me preguntaba dónde lo había leido.
Pero no es tu caso. Respecto a esto solo me cabe una duda.¿Cómo te las arreglas para sobrevivir si no eres ni estupido ni loco?
3) Bueno, pero el de Chirico surrealista es genial:escribe sus cuadros y además, no sé porque te metes con el cuando has convivido años con pinturas que hubieran querido ser como estas y eran malos ¿Matisse?