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pepe-cerda

Exactitud.

A. es un tipo estupendo. Vive aquí, en Villamayor. A. estuvo trompa desde los catorce hasta los cuarenta y cuatro. En su casa tenían unos campos con viñas que les producían unos dos mil litros de vino al año y en Mayo ya tenían que comprar porque se lo habían bebido entre su padre y él.

A. Trabajaba en una empresa multinacional. A los cuarenta y cuatro le diagnosticaron, como es natural, una grave enfermedad hepática en una revisión de la empresa. El médico poniendo cara de circunstancias le dijo:

            

                - Le doy la baja permanente. Y su enfermedad es tan grave que no creo que le queden más que unos meses de vida.

 

El que se murió fue el médico un par de años más tarde, tal y como le gusta comentar a A., que dieciséis años más tarde de esta conversación suele desayunar conmigo por las mañanas en el bar. A. dejó de beber y sigue con nosotros para asombro de la ciencia médica. Desde entonces cobra la inutilidad y hace pequeñas labores en el campo. Tiene una original idea de la justeza. Dice:

 

                -  Yo he bebido lo justo. Una copa más y al cementerio. Una copa menos y aún estaría madrugando y trabajando en la empresa.

 

Y tiene más razón que un santo.

2 comentarios

Lola Royo -

Estoy igualmente enamorada de este hombre.

Álex Norub -

Pues sí que tiene A. más razón que un santo. Debe ser difícil beber lo justo.