Del Mesías de lo moderno y de sus enseñanzas.
El único progreso digno de ese nombre no sería un progreso técnico, sino un progreso moral:”No puede haber progreso (verdadero, es decir moral) más que en el individuo y por el individuo mismo”. Baudelaire se decanta por la antropología de Hobbes o de De Maistre contra la de Rousseau, cuando insiste por ejemplo en “la indestructible, eterna, universal e ingeniosa ferocidad humana”. La comunidad humana se rige por la enemistad y la conclusión política cae por su propio peso: “No hay gobierno más razonable y seguro que el aristocrático.”” Monarquía o república basadas en la democracia son igualmente absurdas y débiles”. O también”El hombre, es decir cada uno de nosotros, es un ser tan depravado por naturaleza que acepta con más facilidad el envilecimiento universal que el establecimiento de una jerarquía razonable.
Este párrafo es lo último que leí ayer antes de dormirme y ha estado dando vueltas por mi cabeza durante la noche.
Lo he leído en el libro de Compagnon, en su edición de la editorial el acantilado,: “Los antimodernos”, concretamente en su página 137. Las referencias a Baudelaire están sacadas de su libro: “Mon coeur mis à nu”.
Parece ser que los que emplean a Baudelaire como paradigma y profeta de esta modernidad enlatada no lo han leído, o por lo menos no han leído este libro. He de confesarles que yo tampoco, pero acabo de comprarlo por internet y ya les contaré cuándo lo lea.
Me gusta mucho la idea de qué: o el progreso es moral o no lo es. Por eso, la idea de progreso no es aplicable a las artes.
La otra idea sensacional es la de que el hombre (cada uno de nosotros) acepta con más naturalidad el envilecimiento que la jerarquía. No puede ser más políticamente incorrecta en nuestros días. Pero no lo he dicho yo. Lo ha dicho el Mesías de lo moderno: Baudelaire, ya me perdonaran por recordarlo.
1 comentario
Arturo Perez-Reverte -
Permitidme tutearos, imbéciles
Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno.
Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros aquí matizaré ministros y ministras de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera.
No quiero que acabe el mes sin mentaros el tuteo es deliberado a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía.
De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas.
De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia.
Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.
Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico».
O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos».
Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante.
Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet.
La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.
Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.