Del éxito.
Vaya por delante una afirmación: el éxito es un asunto absolutamente relativo; ya que para medirlo, como para medir cualquier cosa, hace falta una unidad de medida, o una comparanza, qué al no estar normalizada como el metro, puede ser del tamaño que a uno le dé la gana.
Por decirlo como lo hace el refranero: “el que no se consuela es porque no quiere”.
Según se esté deprimido o exultante se mira uno a sí como lo mejor o lo peor. Lo normal es echar las culpas de los fracasos a las circunstancias y responsabilizarse de los éxitos. Esta actitud, aún siendo la más recomendable para la salud psíquica le convierte al que se la aplica inexorablemente en un cretino. Aún así, e inexplicablemente para mí, les suele ir bastante bien en la vida.
La otra actitud, la de ponerse en duda todo el rato, la de procurar obrar y medirse con justicia, suele llevar a la parálisis y a la inacción. Lo que nos hace a los reflexivos ineficaces para la producción y los puestos de responsabilidad. Por lo que nos suele ir bastante mal.
El tener o no éxito en este oficio mío, a estas alturas del campeonato y teniendo por íntimos amigos, y desde hace muchos años, a genios ahora indiscutibles de la plástica española e internacional, de los que salen en las enciclopedias y que si no se saben los alumnos de hoy de memoria su vida y su obra les suspenderán en la facultad, es un asunto de actitud (con C) y de aptitud (con P). Tengo, como es natural muchos más amigos a los que el éxito no les ha sonreído y que como todo el mundo van tirando. Lo que es muy difícil en este mundo de confort es fracasar absolutamente, es casi más difícil que tener éxito.
Pero a lo que voy: lo que he observado en los artistas que conozco desde hace décadas y que les ha sonreído el éxito, ha sido más una determinada actitud ante su vida y su carrera que una aptitud como artistas sobresaliente. Han tenido una fe en sí mismos rayana a la locura o la cretinez; una actitud ante el mundo del arte absolutamente acrítica, el mundo del arte solamente era el amplificador natural de su obra sólo que este (el mundo del arte) aún no lo sabía, y el tiempo les ha dado la razón. He visto como aguantaban estoicos en las inauguraciones ajenas hasta que la persona de influencia les atendía. Su obra del principio fue consecuencia de ese viaje suicidiario que lleva al éxito o a la tumba, pero he de decir que no era especialmente buena en sí mima salvo por la intensidad que le imprimía el maniaco del autor.
Luego cuando el éxito y el dinero ya vino espuertas, si que su obra sufrió un proceso de depuración y especialización, y se significó lo más que pudo de sus inmediatos competidores, como es natural, como lo hace cualquier empresa que fabrique cualquier producto. Como lo hace Yadró.
En el fondo entre un estúpido y un genio no hay tantas diferencias.
Como dijo Cortazar:
“Para ser un genio sólo hacen falta dos cualidades: creérselo y acertar”
2 comentarios
LuisPi -
o sea que el exito es como toparse con la salida, hay veces que el exito o salida en un momento dado es dificil, sino que se lo pregunten a la Sociedad Española. El exito es incierto, a veces sólo se consigue después de muerto, el exito es un producto muchas veces del azar, o de los padrinos que uno tenga en la vida. Es obvio que el que persigue el exito esta más cerca de alcanzarlo, quizas podamos vivirlo durante una fracción de tiempo demasiado corto por algún avatar de la vida y nos creamos que ya somos personas de exito para el resto de nuestra trayectoria. El exito sólo cristaliza cuando es reconocido por una buena parte de la sociedad que nos rodea. La salida es siempre más facil.
Javier López Clemente -
Es la primera vez que vengo. Lo hago por recomendación, Inde (http://inde.blogia.com/) me dejó este enlace ne la sección de comentarios de mi útlimo post.
Ha sido un acierto venir hasta aqui, a veces, leer exactamente lo que pensamos pero somos incapaces de expresar es un buen ejercicio, eso, y saber que las dudas nunca son propiedad privativa de nadie.
Salu2 Córneos.