Soy tonto.
Soy tonto.
Está claro, esa es la única explicación para mi vacía charlatanería, sin objeto ni intención y que lejos de favorecerme me perjudica claramente. Cuando miro a mi alrededor veo que los demás suelen estar callados y expectantes a que algo que les pueda favorecer ocurra o a que puedan influir para que ocurra. Sólo entonces comenzarán a decir o a actuar. Pelotearan obscenamente al poderoso, cómo si los otros no estuviésemos presentes, o harán ostentación de sus opiniones absolutamente subordinadas a sus intereses o a lo que su interlocutor quiere oír para congraciarse con él. Yo suelo hacer lo contrario, supongo que por estética, o por no haber matado a mi padre a tiempo o porque soy tonto.
Lo soy porqué no me lo pregunto cada mañana y actúo como si no lo fuera que como no sé que lo soy, lo soy todo el rato.
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Javier -