Acojonante
Acojonante.
Esta tarde he comprado en el Vips una especie de manual para coleccionar Arte Contemporáneo. Esta editado por Taschen y el autor es Adam Lindemann. En la contraportada reza: Comentarios de los entendidos: 40 esclarecedoras entrevistas con los verdaderos (sic) protagonistas del mercado global del arte acerca de cómo navegar en el mismo cual verdadero profesional. Estos (los verdaderos protagonistas) son, a saber: El artista, el crítico de arte, el marchante, el asesor artístico, el coleccionista, el experto en casas de subastas y el profesional del museo: directores y comisarios. Después ,con unas bonitas páginas en cartulina roja con el nombre de cada grupo de protagonistas en grandes letras negras, separa cada caterva en el libro. Lo acojonante es que cuando llegas al apartado de uno de los siete protagonistas: el artista, aún a pesar de tener separata roja y letras grandes como los demás, no hay ninguna entrevista esclarecedora, no hay nada. El autor explica porqué. Cito textualmente (aunque está redactado con el culo):
Aunque resulte paradójico, he decidido no entrevistar a ningún artista para este libro pese a que es el protagonista en el coleccionismo de arte contemporáneo. Se trata de un asunto delicado, puesto que no cabe duda de que todos los marchantes le asegurarán que su artista es “increíble”. Obviamente, el comprador querrá conocer a esta celebridad del mundo del arte y, si se toma las cosas en serio, lo conseguirá.
Como todo el mundo, siempre intento conocer personalmente al autor de la obra que me interesa, aunque lo cierto es que no creo que sea de gran utilidad. Después de todo, lo que nos interesa verdaderamente es la obra. La obra debe hablar por sí sola; el objeto ha de comunicar esa liberación maravillosa que toda obra maestra comunica. Ya sea el artista culto, cultivado o torturado, cuando termine el cóctel usted convivirá con el arte, no con el artista.. El único peligro posible es que el artista le diga que una determinada pieza es su mejor creación ( normalmente una pieza que aún no ha vendido), o el comentario habitual que siempre me asusta: “mi nueva obra será la mejor”. El artista debe tener fe para seguir desarrollando su misión personal. Pero ni ustedes ni el mercado del arte tienen obligación alguna de compartir dicha fe. Dudo mucho que Koons supiera cuando creo la colección “Statuary”en 1986 que el conejo de acero inoxidable(Rabbit 1986) se convertiría en la obra representativa de la década. Quizá pensó que su “Italian Woman”( 1985)o su Luis XIV(1986) serían igual o más importantes que el roedor. Pero lo cierto es que fue el mercado del arte, y no el artista, el que eligió el conejo, una pieza que hoy vale más que las otras dos juntas (entre cinco y ocho millones de dólares, como mínimo).Todo es relativo, como afirma el Dalai Lama- por no mencionar a Eistein-, y el conejo de Koons sigue siendo una obra de autor de referencia de su época. En conclusión, no lo dude y conozca a los artistas, pregúnteles lo que desee, pero recuerde que no tendrá respuestas porque ellos están buscando obras suyas propias.
Por supuesto que el resto de los siete protagonistas se explican y pontifican sin parar, es más, son el corpus del libro. Pero los artistas, mejor calladitos, aún a pesar de haber sido desalojados de la categoría de entendidos. Otra perla, es lo del cóctel, dónde se puede conocer al artista...!Acojonante!. Si quiere usted pregúntele, pero cuando le responda que le entre por una oreja y le salga por la otra. Si de verdad quiere usted saber algo, escuche: al marchante, al crítico, al coleccionista...Pero al artista déjelo que no se entera, ¡bastante tiene el pobre con lo suyo!.
Por si fuera poco este bodrio ha sido elegido el libro del mes por no sé que semanario tal y como rezaba una cartel al lado de la pila de manuales del Vips.
Acojonante, si señor...A alguno de los “protagonistas” que entrevista tengo el gusto de conocerle personalmente como al francés Perrotin, dueño de la galería del mismo nombre y hoy enfant terrible de los galeristas parisinos, y por supuesto nada de lo que él aconseja (los artistas que representa, evidentemente) le parece sospechoso de parcialidad, tal y como le parece la perdida de tiempo que es hablar con los interesados y abyectos artistas.
Acojonante. Este libro va a ser un éxito comercial y la sarta de bobadas escritas por Adam Lindedeman, en el apartado de “Artistas” de su manual a base de ser repetidas por los “enteraos”, terminaran por convertirse en verdades. Y lo más preocupante todavía, el descaro con el que se saca, y argumenta la ausencia, a los artistas de este supuesto foro coral, aún a pesar de enumerarlos. Si esto se hiciese en cualquier otra publicación que se refiriese a cualquier otro ámbito social o económico, el escándalo sería mayúsculo. En el ámbito de la pesca, por ejemplo: Sí se escribe un libro de entrevistas dónde se enumera previamente a los protagonistas: el pescador, el patrón del barco, el armador, el mayorista de la lonja, el conservero, y el minorista o pescatero. Y el autor se atreve a decir que la opinión del pescador no sirve para nada porqué siempre miente sobre el tamaño de las piezas, y que se sabrá él de peces, la bronca que le cae es de órdago. Pero en el mundo del arte se vale todo y nadie se queja.
Lo inaudito es que ninguno de mis colegas va a decir ni pío sobre este insulto colectivo, no sea que alguien se mosquee. Ellos a callar y a esperar ser seleccionados por alguno de los protagonistas enumerados por Mister Linndemann. Podría hacer un comentario de texto sobre el resto del manual pero me llevaría el resto del año y tengo otras cosas que hacer. Pintor, pinta y calla.
11 comentarios
zelanda -
pues eso, que el que quiera ser artista que lo sea, pero con todas las consecuencias, que hablamos mucho pero al final todos ponemos el culo o la mano, como prefirais.
Y si no hos venis a jugar conmigo y mis amigos al futbol, como deporte claro.
un saludo.
Gastón -
Luis Augusto -
Y ésto no sólo pasa en el mundo de la pintura,sino
en casi todo lo conocido: literatura,deporte,política,educación...
De todas formas, enhorabuena por tu valentía,aunque probablemente te costará algún disgusto,pero al que se sienta ofendido " que le den"....
Gatopardo -
Pero es que tú les atizas a los de la secta que pueden ponerte a cavilar si se lo proponen. Que son muy bordes, y si les desmontas el tenderete, te tiran el estarivel.
(¡Pero qué a gusto te quedas, eh, después de liar una buena!)
Abrazos maños.
Fernando Sarria -
Pepe Cerdá -
Besos.
Gatopardo -
¿Qué quieres, que los proxenetas del arte y los de las putas se suban al andamio?
Si yo fuera crítico de arte, galerista, marchante, fabricante de cuadros, editor, representante literario, de la SGAE, representante artístio, dueño de sala de conciertos, proxeneta, impediría por todos los medios a mi alcance que los dijeran ni pio. Y a tí al primero que le diría "Pintor, pinta y calla", porque a quien se le ocurre liarse a mamporros verbales con esa mafia que puede dar marchamos de calidad y quitarlos según le caigas.
¡Maño, qué poco instinto de conservación tienes!
Pepe Cerda -
Pepe Cerdá -
Pepe Cerda -
Lo acojonanre es la cantidad de "subalternos" autorizados como agentes para pontificar sobre la cuestión de qué,como y cuanto; será lo intangible.
La cantidad de doctas bobadas dichas en el libro es impresionante, lo que yo estoy denunciando es la negación del derecho a decir doctas bobadas como los demás agentes del hacedor.
Repito la enumeración de los agentes autorizados: crítico, marchante, asesor artísico, coleccionista, experto en casas de subastas, directores de museo y comisarios. A esta larga lista habría que añadir los institucionales dependientes del ministerio, ayuntamientos y grandes bancos. Quiero poner el acento en que los ingresos (regulares) de toda esta recua son posibles porque algunos insensatos empeñan su vida en intentar hacer arte...Y que se le niegue a estos la capacidad de aportar algo al debate me sigue pareciendo: ACOJONANTE
Gatopardo -
Como los ciegos de nacimiento, que utilizan los clichés del lenguaje que hablan de realidades visuales, y que creen ser elocuentes.
El artista produce lo inefable, sea pintor, escritor, músico, su obra sólo subraya la imposibilidad de comunicarlo de otra manera.
Y aunque resulte paradójico, precisamente por eso el artista está a un paso de la sacralidad. Y quien sea, lo que diga o lo que viva no tiene absolutamente nada que ver con su obra.
Saludos maños