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pepe-cerda

Arte y comunicación

Arte y comunicación

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Hace un tiempo me llamó un señor que había tenido una idea. El señor trabajaba en el Corte Inglés y la idea que había tenido era la de que una serie de artistas plásticos pintasen unos leones de poliéster, copia fidedigna de los que Francisco Rallo había modelado para adornar el Puente de Piedra de nuestra ciudad. Se trataba de festejar los veinticinco años del primer comercio que el Corte Inglés había abierto en Zaragoza.  Los leones una vez decorados se expondrían en el Paseo de la Independencia.

 

Hasta aquí nada que objetar, cada uno es libre de tener las ideas que le dé la gana. El problema es que después de contarme la cosa, me dijo que yo había sido seleccionado para pintar uno de ellos. Empezamos mal, pensé para mí, quien le habrá contado a este señor que yo soy susceptible de ser “seleccionado” por el Corte Inglés. La cosa continuó peor, me dijo que era muy interesante para mí por la promoción de mi obra y porque iban a editar un catálogo muy chulo. Deduje que de dinero no iba a hablar, así que me adelanté:

 

-         No sabe Usted lo bien que me viene su llamada. Resulta que tengo que remodelar mi cocina. Así que usted me manda a alguien del departamento de decoración para que tome medidas y me haga la obra. Así ustedes se pueden beneficiar de la promoción que les supone haber hecho la cocina de un artista.

-         Me parece que no nos vamos a entender. Me dijo él.

-         Creo que no. Le repliqué.

 

Y así quedo la cosa.

 

Una semana más tarde me volvió a llamar para anunciarme que había conseguido seiscientos euros (en cheques del Corte Inglés, eso sí) para pagarme en caso de que aceptase pintar el dichoso león. Amablemente decliné la invitación que me hacía, le expliqué que el precio de mi trabajo lo pongo yo, y que quizás no pensaba gastarme seiscientos euros en el Corte Inglés en las próximas fechas.

 

Toda esta historia me hizo recordar una frase oída una y mil veces a mi padre cuando pintábamos aparatos de feria. Cuando estábamos terminando, casi siempre el feriante tenía que rotular algo en el camión o en la taquilla. La conversación discurría más o menos así:

  

                  -Oiga Cerdá, a usted que no le cuesta nada, póngame el nombre y el teléfono en la puerta del camión.

 

Mi padre con su habano entre los labios y poniendo la cara y la voz de tener mucha paciencia, cuando en realidad no tenía ninguna, le replicaba.

 

                

                  -Tiene usted razón. A mí no me cuesta nada. Pero a usted le va a costar cuatro mil duros.

  

Estaba claro que no podía traicionar todas aquellas enseñanzas paternas para festejar los veinticinco años del Corte Inglés. Espero que me comprendan.

7 comentarios

maníasmías -

nunca tendré tu aplomo

*

Fernando Alvira -

A ver si soy capaz de hacerlo bien esta vez y adivinar a la primera el color de la nieve para decirte que deberías de escribir con la misma abundancia con la que pintas. Y darte alguna vuelta por Huesca que por aquí, de momento, a ningún tendero le ha dado por hacernos el favor de que pintemos las pajaritas.

Teresa -

jajajaja, muy bueno, si señor!
Oye, que alegría, entraba aquí, sin esperanzas de encontrar nada nuevo, y tengo un montón de post, para ponerme al día y disfrutar.
Un beso grande

davicius -

Gracias por desvelarnos el intríngulis del 25 aniversario.... Tenía verdadera curiosidad por saber cómo habían conseguido que toda esa gente perpetrara los leoncicos de marras. Pensaba que era con dinero, pero parece ser que ni eso..... Por cierto, ¿sólo a mi me parecen de muy mal gusto?

Anónimo -

Hola Pepe, para ti había conseguido el señor del corte ingles 600 euros, sabes si a los demás artistas les consigió lo mismo ? No me extraña lo del león que lleva a la espalda "una mierda pinchada en palos". !Sí señor !!que categoría la tuya!,me encantas con tu manera verbal, resolviendo este tipo de cosas. Un beso

junior -

Me pareció raro no ver tu " león", pero con la explicación lo comprendo perfectamente. " con dos cojones" un abrazo.

miguel angel -

tal para cual