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Nuevos españoles

Nuevos españoles En París ya los detetecté allá por los noventa. Los que llegaban al colegio de España y rondaban la veintena ya eran distintos, muy distintos a nosotros que sólo teníamos diez años más. En realidad ya no eran españoles, mejor dicho, para ellos ser español ya no implicaba cargar con todos y cada uno de los tópicos que se nos imponían desde el extranjero. Los tópicos, como todo, habían evolucionado tras la muerte de Franco; ser español y joven en los ochenta, a los ojos de los extranjeros avisados era ser un tipo humano perfectamente definido por aquella operación de marqueting de Tierno Galvan: “La movida” . Yo lo sufrí directamente en mi época madrileña: “-Vamos a hacer la movida”, “-Quieres hacerme placer, llévame a mí a la corrida” me decían sin parar de sonreír y con los dientes manchados de carmín ( ¿como se pueden manchar los dientes de carmín?, misterios de lo femenino) y vestidas como sólo se pueden vestir las investigadoras francesas para “hacer la movida”. Durante mi estancia en la casa de Velázquez de Madrid pastoreaba, casi cada noche, a grupos de franceses, ellos con sus trajes verdes con corbatas marrones y con los pantalones siempre un poco cortos para enseñar los calcetines de colores inverosímiles. Ellas... bueno lo de ellas es indescriptible. Los paseaba cumpliendo con una especie de deber atávico y así debía de ser, puesto que ellos se comportaban, a su vez, como si ejercieran un derecho, el derecho de ser turistas en España.
Lo curioso es que este modo, que yo creía en aquellos años de origen genético, de tratar al extranjero y a lo extranjero desde la inferioridad era común en todos los ámbitos de la vida española. El español de entonces acompañaba a “la movida” a quién hiciese falta. Del mismo modo que sus padres acompañaron, en las noches del Chicote, a Hemingway, a Ava Gadner y a Orson Welles; Cessepe y Almodóvar perdían el culo con Andy Warhol cuando exponía en Vijande; Dokupill, Schnabely y Kippenberger no se levantaron jamás de la mesa que tenían eternamente reservada en el Cokk. Siempre estaban rodeados de artistillas, generalmente sevillanos, que en cuclillas les rodeaban y acudían prestos a por los gintonic, al tiempo que les reían las gracias en inglés. El español era así. Ese era el papel que nos había tocado en el reparto mundial: el de entretener a los aburridos e importantes extranjeros.
Pero esto cambió súbitamente en una generación, la de los noventa. Esos nuevos españoles ya no consideraban una obligación el ser simpático y se fumaban los porros que les daba la gana y con quien les daba la gana. Hablaban Ingles y lo que hiciera falta. Habían hecho el c.o.u, o como se llamase entonces, en Estados unidos. Habían follado en idiomas y en el extranjero desde sus primeros polvos.
Ahora andan de la treintena para abajo y cuando hacen cine lo hacen sin tópicos, sin guiños para ser perdonado por ser español, y seguro que cuando les den el oscar no harán el ridículo haciendo gracias manchegas en inglés. Cuando corren en Formula 1, lo hacen para enseñarle a conducir al alemán. Cuando juegan en la N.B.A. al baloncesto saltan y corren y encestan, como si fuesen americanos, y son discretos e inteligentes. Y no se las dan de nada. Son ciudadanos del primer mundo y de este modo se comportan.
Estoy hablando de Amenabar, de Gasol, de Alonso y de lo que ellos representan.
Por fin en España, como decía aquella vieja canción, empieza a amanecer...

4 comentarios

mariposa -

Mira que en general tus textos me gustan, pero esto??? Estabas borracho a qué pasa?

Raquel -

cómo me gusta leerte Pepe, un beso.

Miguel Carcasona -

Pues yo no tengo tan claras las cosas, a saber:
- Quienes antaño (o sus sucesores) le aguantaban la copa de vino o el gin-tonic a ciertos personajes, hoy le aguantan lo que toque a los Auster, Sontag (q.e.p.d.), etc. No es lo mismo porque los modos de la época son distintos, pero recuerda lo que (aproximadamente) dijo Buñuel de Hemingway:sin los cañones de la 6ª flota imponiéndolo a cañonazos por el mundo, no sería ni la cuarta parte.
- Igual que hace X años, nada (o casi nada ) que no se produzca en EEUU tiene valor o resonancia. Igual que hace X años lo que no se produce en Madrid (o Barcelona, como mucho) no tiene valor o resonancia a nivel interno = el palurdismo nacional no ha variado en exceso.
- Gasol o Alonso no hacen el payaso como no lo hicieron Fernando Martín o Pérez Sala. La diferencia es el nivel alcanzado por aquellos respecto a éstos, lo que no tiene tanto que ver con mentalidad como con posibilidades económicas o físicas = mejores condiciones de trabajo.
- Respecto a Amenábar, de lo que le he visto, no acabo de encontrarle demasiada diferencia (o personalidad propia) con ciertos plastones de Jolibúd. Más que no llamar la atención, el mimetismo lo confunde.
- En tiempos de La Movida, Milladoiro o Jordi Savall, por poner dos ejemplos alejados en la estética, elaboraban obras maravillosas sin necesidad de travestirse física ni mentalmente.

mena -

Trueba estuvo ingenioso y comedido cuando recibió el Oscar, por no meterle en el mismo saco.
Hala pues
Abrazos