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Turistas

Turistas Son dos, básicamente, las actitudes con las que los turistas miran los nuevos lugares que visitan. Unos viajan predispuestos a asombrarse y los otros, lo hacen, justo para lo contrario, para cerciorarse. Lo asombroso es que ambos suelen lograr sus objetivos. Lo que prueba que el “viaje”, la ensoñación, ocurrió antes de que salieran de casa, mientras hojeaban las guías compradas en el Corte Inglés.
En los años que viví en París recibí a centenares de turistas de muy distinta índole pero, no obstante, todos y cada uno podían ser englobados en estos dos grandes conjuntos.
En nuestra literatura reciente, perdón del siglo pasado, están perfectamente descritas las dos actitudes: La de Lorca, que refleja en su poemario “Poeta en Nueva York” y la de Pla que describe en su libro “Weekend en Nueva York”.
Lorca se asombra de que los “negros adoren a las bicicletas” y Pla resume su estancia con esta frase: “Y.... todo esto...¿quién lo paga?”, mientras miraba con cara de falso paleto los impresionantes rascacielos neoyorquinos.
No es casualidad, sino causalidad, que uno sea poeta y el otro periodista. Sólo desde el asombro, desde la ingenuidad, se puede pretender “crear”, cuando algo ya se sabe, evidentemente, no se puede descubrir. Por esto es muy difícil a partir de una cierta edad seguir “creando” si no se es un poco cretino. Mantenerse en la serena cretinez es, efectivamente, el trabajo más difícil para los viejos artífices que constatan día a día, la enorme diferencia existente entre el mundo imaginado y el real.
Pla no tiene ese problema, nunca fue un niño, tal y como lo prueba en su “Cuaderno Gris”, jamás un ingenuo y nunca fue visitado por la inspiración. Su única preocupación era la de mantener los ojos bien abiertos para ver lo que se escondía tras las bambalinas y evidenciar la estructura elemental, y simplísima, que sustenta todo lo complejo. Estaba convencido de que la realidad era infinitamente más rica e interesante que toda la inteligencia humana y todas las introspecciones poéticas imaginables.
Yo he sido turista en muy pocas ocasiones, para esto hay que tener muy claro cual es el tiempo de trabajo, y cual el de ocio. Es decir tener vacaciones regladas y pagadas. Esto a mí nunca me ha ocurrido. He viajado, si, pero para exponer, para cobrar, para que me timen...Pero nunca para ociar.
Este año por primera vez en mi vida he pasado tres cortos periodos vacacionales: en Nueva York, en Sicilia y en la Bretaña Francesa. No había otro objeto en estos viajes que estar. Esto era tan absolutamente nuevo para mí que siempre había viajado, como he explicado antes, para ser. Para ser timado, ser expuesto, para ser pagado...Este nuevo tipo de viaje sin objeto me ha puesto en un estado en el que nunca había estado. Estado mental, se entiende...
Que intentaré explicarles en días venideros. Ya que, ya va siendo hora de que me ponga a trabajar.

2 comentarios

Miguel Moliné Escalona -

Para quien le apetezca escudriñar en la experiencia del viaje, le recomiendo el nº 280 (SEP/04) de la "Revista de Occidente".

joaquin -

Me ha encantado tu comentario sobre los viajes y las vacaciones, Pepe. En efecto, no es lo mismo viajar que vacacionar. Apenas entiendo este último concepto, salvo cuando se labura (jo,Argentina) en algo que te obliga a tomarte un tiempo obligado. pero incluso con familia y niños, es fundamental hacer del viaje una magia, una aventura. Especialmente cuando hay niños por medio. Yo lo hice con el mío a Costa Rica y ha sido una delas experiencias más apasionantes que vivió mi Alejandro. Feliz Año, maestro