CALOR Y CREACIÓN

Antes tenía una de carbón muy romántica y muy bonita, pero hacía tal cantidad de humo cuando la encendía que tenía que salir disparado del estudio. Ahora, tras la muerte de la de gasoil, las alternativas que tengo son: una eléctrica de miles de watios y un par de las de butano. Pero no son solución. Si enchufo la eléctrica salta el diferencial. Las de butano, calientan poco, pero hace mucha ilusión ver la llamita tintineante azul.
Si por lo menos tuviese que hacer cuadros grandes, pues aún te mueves. Pero tengo que hacer acuarelas pequeñas, y como me ensimismo, cuando quiero darme cuenta estoy congelado.
El calor ha sido el más grande de los aliados de la creación, (bueno el calor y el aburrimiento, pero ahora estamos hablando del calor). En las fotos de estudios de artistas que he podido ver, la estufa es omnipresente. Siempre ocupa un lugar privilegiado en el centro del estudio. La de Picasso en el taller de la rue des grands Augustins era imponente, magnífica, regia. Toda la fluida relación que mantuvo con los nazis durante la ocupación era para garantizarse el suministro de carbón necesario para alimentar a esa gárgola calorífica. Eso es lo que lo hace perdonable, aunque él para despejar las dudas que pudieran quedar al respecto, se hizo miembro del Partido Comunista inmediatamente después de la liberación, porque lo del carbón, pensó, quizás no fuese suficiente excusa. Lo de bajarse años después a vivir a la costa azul, de clima más benigno, fue para no volverse a encontrar en el brete de ser simpático con los enemigos para conseguir carbón.
Incluso en los años de penuria del Bateu Lavoir se fotografiaba, orgulloso, al lado de su estufa. Y es que el arte, como todos los seres vivos, necesita una determinada temperatura para florecer. Eso de que el frío y el hambre estimulan la creación de los artistas, es un invento de los escritores de folletines románticos, que dicho sea de paso, jamás escribieron una línea sin estar al calor de la lumbre.
0 comentarios