Félix Romeo ha muerto.
¡Queha muerto Félix!.
¡Mecagoenlaputa!.
¡Que ha muerto Félix¡.
¡Mecagoenlahostia!.
Félix no podía morir.
No debía morir aún.
Aún no tocaba.
¡Que me he muerto yo también con él!
Félix me quiso como quería él: del modo más desaforado y excesivo que quepa imaginar. Félix me comprendía como yo a él, sin decírnoslo. No hacía falta. En realidad el lenguaje apenas hace falta para decir la verdad.
Félix ha muerto muy angustiado por su porvenir. Con la crísis de la prensa escrita veía peligrar su principal fuente de ingrasos. De eso hablamos la última vez que nos vimos, hace apenas unas semanas. Félix, como yo, no era titulado superior y no podía aspirar a un sitio bajo el sol desde el que mirar la vida con más tranquilidad, sitio que por edad, cansancio, y circunstancia merecía. Le faltaba un papel.
¡A él que si algo le sobraban eran conocimientos, inteligencias, libros y papeles!.
Ahora el que falta es Félix y ahora le harán decenas de homenajes y todo el mundo habrá sido muy amigo suyo.
Adiós Félix.
2 comentarios
Anónimo -
Nana -
No conocí a Felix más que por ti, y por ti llegué a leerle. Me consta que te quería y que le querías
¡Cuanto lo siento Pepe!...mucho por él pero tambien mucho por ti.