No hay de qué preocuparse.
No sé si saben que para parar a un barco trasatlántico o petrolero hacen falta cincuenta kilómetros. Es la distancia necesaria desde que se paran las máquinas hasta que se detiene. Es lo que se llama inercia.
No sé si saben que en el 2007 las cuentas del estado español arrojaron un superávit del dos por ciento y que las cuentas de principios del 2010 nos dicen que estamos con un déficit cercano al doce por ciento. De +2 % a –12% hay catorce puntos de diferencia. Catorce puntos de caída. No hay ningún dato que prevea su parada. Es lo que se llama tendencia.
No sé si saben que el déficit griego es ahora de casi el catorce por ciento y que esto ha provocado la ruina del país. Es lo que se llama riesgo-país.
No sé si saben que en el 2007 el déficit griego era de alrededor del tres por ciento. Ósea que de –3% a – 14 % hay once puntos de diferencia. O lo que es lo mismo Grecia ha bajado once escalones en esta crisis y le han bastado para buscarse la ruina. España ha bajado catorce escalones , tres más que Grecia en el mismo periodo (y sin ninguna previsión de desaceleración, por emplear el término zapateril) y nos dicen que no hay de qué preocuparse. Es lo que se llama: mantenimiento de la paz social.
No sé si saben que el único modo de rebajar el déficit y evitar la ruina es subir los impuestos hasta dejar a los que generan de verdad la economía : los autónomos y pequeños empresarios, en régimen de esclavitud. Si ahora se trabaja hasta junio de cada año exclusivamente para el estado a partir de ahora habrá de hacerse hasta septiembre u octubre y habrá que estirar lo de los últimos dos meses para el resto del año, lo que dará exclusivamente para alimentarse con nutrientes baratos. Porque subir los impuestos es bajar los sueldos o los beneficios. Es lo que se llama reforma fiscal.
No sé si saben que los que tripulan el barco, los que debían haber parado las máquinas hace cincuenta kilómetros, los de la desaceleración de Mendizábal, lo han comandado y lo están comandando muy bien. Es lo que se llama fe en las instituciones.
Como ven no hay de qué preocuparse.
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Javier -