De la actividad profesional.
Si se pudiera sacar una licencia fiscal de comensal sería la que yo, en justicia, debería de tener. Me he dedicado profesionalmente a comer con unos y con otros desde hace décadas. Ha sido en los miles de ágapes de hermanamiento donde se ha desarrollado en verdad mi profesión. Discúlpeseme el ser tan sincero, sé que puede molestar pero ya es hora de decir la verdad: del mismo modo que los adultos saben que los reyes magos no existen han de saber que el trabajo artístico consiste fundamentalmente en tejer una buena red de relaciones susceptible de sustentar al artista (sustentar en todos los sentidos, se entiende) y esta red de relaciones se consigue básicamente de dos modos: o dando mucha pena, cómo la Madre Teresa de Calcuta, cómo la legión de alfeñiques atormentaos que pueblan mi oficio, o dando mucha risa, es decir haciendo gracia. Para hacer gracia de verdad es imprescindible ingerir lenitivos hipercalóricos , cuantos más se ingieren, más gracia hacen las cosas.
Llevo años intentando explicar a mi médico y a mi gestor que mi sobrepeso, mi nivel de glucosa, de transaminasas y de colesterol son claramente los síntomas de una enfermedad profesional. Y se ríen, porque creen que es un chiste. Ellos ya aprobaron su oposición y el dinero les viene vía salario por el mero hecho de estar vivos e ir unas horas a un sitio dónde ya saben lo que tienen que hacer.
Yo no tengo ni puta idea de qué hacer para que por métodos no delictivos conseguir el dinero suficiente para pagarme el vicio de hacer cuadros. Por eso almuerzo y vuelvo a almorzar con fulano y con zutano, que me presentan a mengano, que a su vez quiere pintar un enorme mural en su fábrica pero duda entre el modosito pintor que le da mucha pena, sobre todo a su mujer y un servidor, al que ve grande y desaforado. Al final casi siempre elige al que le da pena pero yo le suelo caer mucho más simpático, porque soy más como él y necesito menos ayuda que el que le da pena, al que encuentra mucho más desvalido, y entonces yo me empeño en pagar la comida y las copas, que para esto chulo soy un rato, y vuelvo a casa a las tantas y veo una luz que porta un hombre con gorra y vestido de verde que me ordena parar el coche en el arcén y me dice:
- Buenas noches. Sople por el canutillo hasta que yo le diga.
7 comentarios
Javier B. -
Servando Gotor -
Por cierto, y las capillas sixtinas de nuestra comunidad, comarcas, provincias, ayuntamientos y barrios, ¿para cuando...? Porque ya va siendo hora -digo yo-, y más en momentos de crisis ecónomicas en que, en efecto, se vive más del espíritu, del cuento y hasta del aire, que del pan.
En fin, enhorabuena por hacer lo que te da la gana (o casi), un fuerte abrazo y feliz Navidad.
Anónimo -
carmen -
Pepe Cerdá -
luis -
Muchas gracias por su atención. Feliz año!
luis
Manuel Bernal -
Buenas comidas en el 2009, un beso para Ana y dos abrazos para ti (que con uno no llego)