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pepe-cerda

De lo nuevo como insólito vencedor de lo sabio desde hace tanto ya.

En mis tiempos de milicia la categoría de los mandos en el cuartel estaba perfectamente diferenciada entre oficiales y suboficiales. No sé ahora como será, pero entonces era así.

Los oficiales venían de las Academias Generales y los suboficiales de las Academias de Suboficiales, los menos, y los más llegaban a este grado reenganchándose; es decir quedándose de chusqueros tras la licencia. Prefiriendo el orden militar al libre desorden de la vida por vivir. Prefiriéndo lo previsvile a lo por preveer. Cada uno es como es y cada uno se lo monta como puede.

 

Los oficiales tenían su bar y los suboficiales el suyo. Los oficiales sus casas y los suboficiales las suyas. Los oficiales sus piscinas y los suboficiales las suyas. Nada he conocido tan reglamentado, en cuanto a clases, como el ejército; como es natural. Nada le es más propio al ejercito que el reglamento.

 

Los chusqueros si se esforzaban al límite. Si vencían el alcoholismo, casi obligatorio tras los centenares de guardias sin salir de la cantina. Si estudiaban de firme los cursos para suboficiales. Si le quitaban ese tiempo a su vida y su familia; podían como mucho llegar al grado de subteniente. Es decir el inmediatamente inferior con el que salía de la academia el oficial. Era frecuente ver como se cuadraba con marcialidad el subteniente sesentón y barrigota con el uniforme digno pero ajado por el tiempo, ante el pipiolo veinteañero con el sable y la gorra de plato relucientes por recién estrenadas.

 

-¡ A la orden de usted, mi teniente!. Decía con voz grave, cascada y marcial el subteniente.

 

Este espectáculo quedaba a mis ojos ridículo, por antinatural, por la sumisión del macho viejo al joven, por la sumisión de la experiencia a la ineptitud, de la sabiduría a la ignorancia. Lo entendí como una sinrazón necesaria para los ejecutores máximos de la sinrazón; es decir la guerra. Sumisión necesaria para la sinrazón mayúscula: el dar la vida, la vida joven, la vida sin vivir aún, por algo tan inexacto, tan incomprensible y tan variable como la patria. Entonces pensé que la vida civil sería distinta y que la sensatez haría que las personas con más experiencia no fuesen mandadas por bisoños recién salidos de las academias. Me equivocaba.

 

Este mundo de hoy, y por lo tanto esta crisis, viene dada por la ciega sumisión de los viejos sensatos a los pipiolos imberbes. Es la estupidez moderna por excelencia: el triunfo de lo joven y lo nuevo, sobre lo maduro y tradicional. Pasó con la caída de las “empresazas”  punto com tan avaladas por los informes de estos zangolotinos y está pasando con todo este asunto de ahora. Los viejos directivos de los bancos jamás hubiesen prestado tanto dinero a espuertas sin tenerlo y sin garantías. Han sido los jovencitos de los Master of Business Administration los que la han liado y además quieren largarse de rositas con sus despidos blindados. Han sido la pandilla de niñatos los que haciéndoles cuadrarse a los viejos economistas por carcas y conservadores los que la han cagao. Pero ellos no están ni preocupados mientras preparan sus vacaciones de invierno, al fin y al cabo una equivocación la tiene cualquiera.

 

Del mismo modo que han sido, son y serán los soldados los que paguen con su vida las equivocaciones de su bisoño teniente; seremos los de las economías modestas los que pagaremos con nuestros ahorros e impuestos las equivocaciones de la pandilla de soplapollas en tres idiomas que han estado dirigiendo al sistema financiero al colpaso, como dicen ellos  y a la mierda como digo yo.

3 comentarios

chime -

Yo creo que nos estamos volviendo locos ! Antes tenías a tus padres que te educaban, él trabajando todo el día y ella también pero en casa. Además estaba la figura del abuelo, (o un tío, o algún adulto ) que se llevaba a sus nietos al campo, si eran de pueblo, o de paseo si eran de ciudad , y les tansmitía su sabiduría, y les enseñaba a sacar regaliz de palo y reconocer árboles, y arreglar lo que se rompía... no sé... no se rompía el eslabón de la vida. Ahora los más jóvenes y algunos no tanto, creen que han llegado al mundo sabiéndolo todo, sin nisiquiera plantearse de dónde vienen . Y el problema es que serán ellos los que nos lleven, sin saber muy bien a dónde. Yo por si acaso intento que mis hijos vean a sus abuelos, y que convivan con sus manías y que les pregunten mucho, y se quieran mucho que al final es lo que queda.

Mariano Ibeas -

De acuerdo totalmente con tus análisis creo que tiemnes más razón que un currante... iba a decir un santo.. que yo también hice la mili y soporto, como todos a los funcionarios.
Un abrazo
Mariano Ibeas
http://desdeldesvan.blogia.com

Alex Nortub -

Estoy de acuerdo con tu análisis. Lo cierto es que siempre es estimulamte visitar tus palabras.
Yo me libré de hacer el servicio militar.