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pepe-cerda

De la cortés distancia.

El arte de mantener las distancias es esencial en el ejercicio de tratar con los otros. No me refiero a mantenerlas para esconderse o protegerse, sino a la necesidad, para que todo comience bien, de ver al otro en su lado más amble. Esto sólo ocurre en un determinado punto focal. Como cuando enfocamos con una máquina fotográfica. Si al girar el objetivo nos pasamos o no llegamos al punto de enfoque exacto se ve borroso.

A medida que la simpatía por el recién conocido aumente las distancias ya se irán acortando o ensanchando hasta encontrar la medida en la que ambos se encuentren cómodos. Si los dos son lo suficientemente delicados, generosos e inteligentes se establecerá, sin prisas, un pacto tácito sobre la distancia adecuada que se modificará siempre que sea necesario; pero siempre para agradar, para enriquecerse mutuamente.

Esto generalmente no ocurre así. Enarbolando la franqueza como bandera se pretende disfrazar lo que son en realidad extralimitaciones, groserías e insultos, a menudo desde el primer saludo. Esto va en aumento en nuestra cultura. Los latinoamericanos se suelen sorprender en nuestro país en general, y en mi región, Aragón, en particular, de la agresividad con que nos expresamos y nos dirigimos a los demás. Nuestros abuelos también se sorprenderían. La perdida del usted como tratamiento y de casi todas las normas de cortesía verbal a la que tan acostumbrados estamos cuando nos dirigimos a un desconocido son, aunque suene rancio y poco moderno, una agresión.

La cortesía se desarrolló para evitar malos entendidos cuando todo el mundo iba armado. Nadie tenía demasiado interés en ofender gratuitamente cuando la respuesta podía ser un navajazo o un tiro. Algo de esto hay aún en las exquisitas formas de expresarse de la mayoría de los mejicanos, por ejemplo.

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Peret -

Cuando el catalán estaba prohibido:

http://www.youtube.com/watch?v=gKWaXeTHKYs&eurl=http://www.heterodoxias.net/