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De la culpa y la cultura.

La culpa en nuestra cultura es omnipresente. Somos culpables desde antes de nacer, no sabemos de qué, pero lo somos. Por eso se nos bautiza y se nos perdona la vida, ¡antes de vivirla!, y se nos hace renegar poco a poco pero con constancia de nuestra animalidad. En esto consiste en esencia la educación.

Como dijo Sartre el hombre es el único animal que es antes presencia que esencia. El único animal que existe antes de ser. Nuestra esencia es cultural, por lo tanto aprendida, por lo tanto como nunca acabamos de aprender nunca terminamos de ser. Y sin terminar de ser nos sorprende la decrepitud y la muerte.

Nuestra esencia es aprendida por medio de unos textos, de  unos ritos, de unas creencias que fueron creados por nuestros antepasados. Esos textos, ritos y creencias fueron escritos por otros para conseguir algo tras su muerte, para intentar vencerla, para trascender. Los textos más testamentarios fueron escritos desde la derrota y el rencor. Son los que prometen una tierra prometida, un Reich de mil años, una unidad de destino en lo universal o el paraiso tras la guerra santa. Leí una vez que un alto mandatario religioso le dijo a un político:

 

-         Ustedes son los acontecimientos, nosotros somos el tiempo.

 

Esta cognición es la que hace posible “formar” a terroristas suicidas que se inmolaran para acceder a una vida mejor. ¿Cómo es posible meter algo así en la cabeza de alguien?. Creer hasta el punto de perder la vida para conseguir otra mejor es un sin sentido, sin embargo esta idea absurda es capaz de vencer al poderoso instinto de supervivencia de los fieles suicidas. Es lo mismo que lo de las anoréxicas que “han aprendido” a verse gordas en el espejo que les devuelve su imagen cadavérica y también son capaces de dejarse morir. Es igual que lo de los jóvenes imberbes y asesinos del tiro en la nuca a un semejante inocente por el bien y la liberación de su país. Es el triunfo de la creencia sobre la existencia.

 

Dar la vida por la fe, por el país, por el amor, por la libertad, por el honor...

 

Cuando pienso en la cantidad de inductores de asesinatos que hay detrás de las palabras escritas me da miedo el teclado del ordenador.

 

Si algo tiene culpa primigenia no somos los seres humanos sino los conceptos que albergan algunas palabras como: creencia, honor, país o religión

 

1 comentario

Manuel Bernal -

A mandar.

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