Del primer altorrelieve automovilístico.
En la Porte de Maillot, en París, hay un monumento erigido en honor de un ingeniero francés llamado Levassor. Fue merecedor de esta distinción por ganar una carrera de automóviles entre París y Burdeos en 1885. Emile Levassor conducía un proto-vehículo automóvil diseñado y construido por él. Esta victoria tuvo una gran repercusión en la época, tal fue así que se decidió erigirle el monumento de la Porte Maillot.
Se le encargó al escultor Jules Dalou que hubo de resolver un problema inédito en la historia del arte hasta entonces: tallar un vehículo automóvil en piedra y en altorrelieve. El escultor, como excelente profesional que era, hizo lo que pudo y salió relativamente airoso del encargo. Hoy a nuestros ojos la idea de tallar un coche en piedra, podría considerarse surrealista o pop, pero esto era imposible a finales del diecinueve. El escultor Dalou realizó el encargo como si le hubiesen encargado representar la campaña de Trajano, con el mismo respeto al hecho representado que tuvo el escultor romano del siglo primero cuándo representó tan bien y tan verazmente las máquinas de guerra de la campaña de Dacia que asombraron a sus contemporáneos. Pero a nuestros perversos ojos modernos, tan acostumbrados a las prodigiosas imágenes virtuales y complejos objetos cotidianos de hoy, no nos produce ningún asombro y, al contrario, nos parece de una ingenuidad fallera y elemental.
Se trata de la primera representación del objeto esencial del siglo veinte, del icono industrial por excelencia: el automóvil.
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Pilar -