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pepe-cerda

Tres años ya.

Hace tres años que escribo en este blog. ¡Tres años!, que barbaridad. No sé porqué lo hago, precisamente por eso continúo, porque no tiene sentido, porque es una estupidez, porque no tiene ninguna rentabilidad.

Sólo lo que no tiene aparentemente sentido, lo que escapa al análisis de la razón es verdaderamente importante. Lo demás, lo razonable, lo de labrarse un porvenir a costa del mayor de los delitos: el de no vivir la juventud porque se está preparando oposiciones, porque se le tiene pánico a la vida y al futuro, es en realidad lo accesorio y el error. Es justo al revés de lo que te cuentan tus aterrados padres sobre el futuro y la necesidad de estar preparado. Es justo al revés de lo que cuenta el cuento de la cigarra y la hormiga y del cuento que cuentan los empleados de banca sobre los planes de pensiones. Hay que vivir, luego errar y embriagarse, cuando se puede y se debe, que es evidentemente cuando lo pide el cuerpo de veinte años. Por eso son tan tremendamente tristes los carísimos cruceros con los que festejan los que se han labrado el porvenir sus veinticinco años de privaciones, o lo que es lo mismo sus bodas de plata, que es cuando pretenden vivir, con todo resuelto ya, la alocada aventura consistente en que les saquen un par de millones (de pesetas) en el Club mediterranee, o Club Med, como lo llaman ahora. Quieren vivir lo que no vivieron entonces ahora que se lo pueden permitir, con el porvenir ya resuelto. Lo que les pone tristes es que ahora el que no se lo permite es su cuerpo. Pero no es grave, la frustración es común a todo el mundo.

En este oficio mío, tan vocacional, es muy difícil encontrar a colegas que no arrastren un alto grado de frustración. La razón de esta frustración es porque en realidad no tenían vocación de artistas, o pintores a secas; de lo que tenían vocación es de artistas célebres y ricos antes de los cuarenta y eso lo han conseguido sólo unos pocos, como es natural; que también están frustrados  porque el éxito no es lo que creyeron. Sin embargo nunca en la historia de la humanidad habían vivido tanta cantidad de artistas y aledaños como hoy. Se podría decir que el fracaso, el absoluto, es casi tan difícil como el éxito, el absoluto también claro está.

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