Prisión imaginaria

De este modo se comportan los creadores auto-sometidos a provincia. Viven sedientos del rumor estético, de ser los primeros que interpreten la tendencia doctrinal emanada por la gran urbe. La fruición y la ortodoxia con la que consumen las noticias que llegan de extramuros es, por ingenua, estremecedora. Su dogmatismo disfrazado de modernez los hace impertinentes e insoportables para cualquier persona con un cierto grado de sentido común. Su aparente y tardo adolescente altivez se convierte en indignidad a nada que supongan que el objeto, o el cómplice necesario, para alcanzar su disparatado deseo de alcanzar la gloria esta a mano. Esto es muy frecuente que les ocurra en la feria de arco por la que pasean con sus dossieres intentando ser presentados a este o a aquel que suponen puede tramitar su traslado. Porque lo que jamás harán, por increíble que parezca en un país del primer mundo, es coger un tren y largarse a donde ellos suponen que se cuece el caldo. Porque jamás asumirán el riesgo de hacer posibles sus deseos por ellos mismos. Porque, como todo onanista, solo desde el deseo insatisfecho pueden existir.
De lo que ya empiezo a estar más que harto es que sean este tipo de ciudadanos los que crean ese ideario de ciudad en la que se supone que no se puede hacer nada, de ciudad cainita. Lo hacen sin ningún elemento de juicio puesto que jamás han salido del confort de una ciudad del tamaño que tiene Zaragoza, que es a mi juicio perfecto. Por eso me repatea las tripas cada vez que abro un periódico local y leo los titulares que segregan este tipo de personajes. Dicho queda.
3 comentarios
Anónimo -
luis augusto -
Con cariño.
Juan -