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Prisión imaginaria

Prisión imaginaria Los muros más inexpugnables son los de las prisiones imaginarias. La mayoría de los ciudadanos sometidos al confort suelen cumplir pena en este tipo de cárceles. Como en las de verdad, dan vueltas en círculo en el patio mientras sueñan con ser otro, con estar en otro sitio, con ser libres. Algunos a base de soñar, consiguen creer que están locos y juegan a comportarse como suponen que lo hacen al otro lado del muro. Son los extravagantes, visten de manera distinta el uniforme, filosofan y a menudo escriben o hacen objetos artísticos. Amplifican los modos de hacer de los hombres libres de los que son informados por las revistas, atrasadas y donadas, de la biblioteca del penal. Sueñan con ser rescatados por el aparato artístico cuando alguna de sus obras se exponga extramuros y el reconocimiento exterior les haga libres. Pero ese momento no llega, y ellos siguen mandando textos y cuadros a las bienales de los hombres libres, alguna vez son seleccionados y hacen ostentación de esto ante el resto de los reos. Pero lo que no llega es el ansiado traslado al penal central desde el que ellos suponen que se imparte la doctrina al resto.
De este modo se comportan los creadores auto-sometidos a provincia. Viven sedientos del rumor estético, de ser los primeros que interpreten la tendencia doctrinal emanada por la gran urbe. La fruición y la ortodoxia con la que consumen las noticias que llegan de extramuros es, por ingenua, estremecedora. Su dogmatismo disfrazado de modernez los hace impertinentes e insoportables para cualquier persona con un cierto grado de sentido común. Su aparente y tardo adolescente altivez se convierte en indignidad a nada que supongan que el objeto, o el cómplice necesario, para alcanzar su disparatado deseo de alcanzar la gloria esta a mano. Esto es muy frecuente que les ocurra en la feria de arco por la que pasean con sus dossieres intentando ser presentados a este o a aquel que suponen puede tramitar su traslado. Porque lo que jamás harán, por increíble que parezca en un país del primer mundo, es coger un tren y largarse a donde ellos suponen que se cuece el caldo. Porque jamás asumirán el riesgo de hacer posibles sus deseos por ellos mismos. Porque, como todo onanista, solo desde el deseo insatisfecho pueden existir.
De lo que ya empiezo a estar más que harto es que sean este tipo de ciudadanos los que crean ese ideario de ciudad en la que se supone que no se puede hacer nada, de ciudad cainita. Lo hacen sin ningún elemento de juicio puesto que jamás han salido del confort de una ciudad del tamaño que tiene Zaragoza, que es a mi juicio perfecto. Por eso me repatea las tripas cada vez que abro un periódico local y leo los titulares que segregan este tipo de personajes. Dicho queda.

3 comentarios

Anónimo -

Artistas de provincias, prensa de provincias, políticos de provincias, vanidad de provincias,en fin ... mediocridad universal.

luis augusto -

Es bien conocido que tienes un sentido del humor excelente y una actitud vital rebosante. Sin embargo estos días pareces algo enfadado.Espero que sea sólo una fase y vuelva tu ironía,mejor que esa mala uva vitriólica. De todas formas,como sabes,Freud decía que uno no es capaz de hablar mas que de sí mismo.
Con cariño.

Juan -

Se te ha olvidado decir que desde su inconformismo aparente son muy obedientes. Son como los adolescentes que matan al padre mientras le piden propina. La desgracia es que la crítica local y los partidos (mal llamados) progresistas los alimentan para poder hablar de algo o para poder justificar su gestión.