Ni diestro ni siniestro.
Me entristece la acusación simplista de que soy de derechas. No, no lo soy. Tampoco de izquierdas. No soy de nada, al menos de nada tan poco complejo. Pienso al igual que Ortega que “ser de derechas o ser de izquierdas son dos formas de ser un imbécil”. Lo que procuro hacer es pensar por mí mismo y decir después lo que me parece. Si decir que la palabra progreso significa hoy una cosa distinta que a principios del siglo veinte es reaccionario quizás lo sea. Pero a mí antes que reaccionario me parece obvio. Si decir que los compradores de cuadros con gomina y bata de guatiné verde me parecen cazadores de patos urbanos es de izquierdas quizás lo sea. Pero a mí antes que de izquierda me parece ridículo. Lo que no soporto es el dogma de lo políticamente correcto ni al que corre con sus argumentos en socorro del poderoso. Detesto al intelectual orgánico sirva al partido en el gobierno o al de la oposición. Detesto al que ejerce de tertuliano y opina “libremente” lo que toque opinar. Sé que el paro y la indigencia son cosas muy malas y que hay que buscarse un hueco antes de que sea tarde y desde este punto lo comprendo todo. Y hasta lo perdono porque como dicen los musulmanes: “antes de juzgar a alguien hay que caminar tres días con sus babuchas” . Lo único que procuro no hacer es comulgar con ruedas de molino. Por esto me entristece la acusación de que soy de derechas, porque no lo soy y siento explicarme tan mal como para que pueda deducirse que lo soy por lo que escribo.
4 comentarios
Elías -
Y usted, maestro, cuídese el pancreas, que de ahí le viene la tristura y otros humores raros de natura.
Anónimo -
taxidermista -
Uno -